Proyecto Bachillerato

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

La Física de Aristóteles (IX). Características del primer motor

Retrato de Aristóteles, Pedro Berruguete (c. 1450 - 1504) Retrato de Aristóteles, Pedro Berruguete (c. 1450 - 1504) Esfera de las estrellas fijas Esfera de las estrellas fijas Luna girando entorno a la Tierra Luna girando entorno a la Tierra El sol, la luna y los cinco planetas girando en torno a la Tierra El sol, la luna y los cinco planetas girando en torno a la Tierra Antigua vasija griega, ca.400 a.n.e. Antigua vasija griega, ca.400 a.n.e. Un atleta se prepara para lanzar un disco. Un atleta se prepara para lanzar un disco.
Los capítulos cuarto, quinto y sexto del libro octavo de la Física están dedicados a demostrar que todo lo que se mueve es movido por algo y a deducir, a partir de esa tesis, el inicio del movimiento en el universo y las características de su primer motor, mediante variados argumentos, empezando por su necesaria inmovilidad y continuando con su eternidad y unicidad. Su marco teórico conceptual es la teoría astronómica de las esferas homocéntricas desarrollada por Eudoxo de Cnido en la Academia de Platón y reformada posteriormente por Calipo de Císzico y el propio Aristóteles. Su discurso tiene presente de modo constante la diferencia entre los movimientos astrales y los movimientos terrestres de los entes animados e inanimados.

1. El movimiento natural y el violento

Hay cosas que se mueven por accidente, por ser partes de un móvil, y otras que se mueven por naturaleza, o sea, por sí mismas, aunque estas también pueden ser movidas por otras cosas. Lo que se mueve por sí mismo siempre es un movimiento natural; aquello que es movido por otra cosa puede tener un movimiento natural o violento, es decir, conforme o contrario a su naturaleza, respectivamente. Tanto en los seres animados como en los inanimados es más fácil discernir las causas de sus movimientos violentos que las de sus movimientos naturales. Ello se debe a que en general es más fácil observar lo externo que lo interno y en los movimientos violentos actúa siempre alguna causa externa que impide la actualización de una potencia, es decir, un movimiento natural.

Aristóteles se plantea cómo explicar los movimientos naturales o violentos de los cuatro elementos, dado que por ser simples no se puede distinguir en ellos una parte activa motriz y otra pasiva inerte. Su respuesta es que los cuatro elementos poseen una tendencia propia a ocupar lugares determinados. En definitiva, cuando los elementos, los seres animados o las cosas inanimadas están en movimiento siempre están siendo movidas por algo, bien sea por su naturaleza interna o por una causa externa.

2. El primer motor se mueve por sí mismo

Cuando un motor mueve a un móvil puede ser responsable de ese movimiento o no; en el primer caso puede hacerlo directamente o a través de uno o más intermediarios movidos en serie; Aristóteles pone el ejemplo del hombre que mueve la mano que mueve el bastón que mueve la piedra: aunque todos los intermediarios son causas del movimiento final lo es más propiamente el primer término de la serie que el último, pues aquel mueve a este, pero no al revés. El segundo caso se da cuando el moviente inmediato a su vez está siendo movido por otra cosa. En consecuencia, toda cosa es movida por otra, sea directa o indirectamente, y dado que no puede haber una serie infinita de cosas moviendo a otras, ya que de esa hipótesis se derivaría el absurdo de que no hay una primera cosa moviente, se llega a la conclusión de que esta primera cosa moviente se mueve por sí misma.

Aristóteles apoya esta conclusión mediante dos razonamientos semejantes al anterior. Solo explicaremos el segundo. Si todo lo que se mueve está siendo movido por algo que a su vez está siendo movido, entonces la característica de ser movido pertenece a las cosas movientes o por accidente o por naturaleza. Pero si siempre fuese por accidente cada uno de los movimientos sería simplemente posible, pero ninguno necesario. De modo que podría darse la posibilidad de que en cierto momento no hubiera ningún movimiento en absoluto. Pero tal posibilidad es imposible, pues ya se ha demostrado anteriormente que el movimiento es continuo. En consecuencia hay que rechazar la hipótesis de que ser movido sea siempre un rasgo accidental de lo moviente.

Aquí aprovecha Aristóteles para precisar conceptos, distinguiendo en el movimiento tres elementos diferentes: lo movido o móvil, lo moviente o motor, y lo movedor o instrumento mediante lo cual el motor mueve al móvil. Lo que es movido no es necesario que mueva otra cosa; en cambio, lo movedor o instrumento necesariamente mueve y es movido a la vez, pues cambia con lo movido; mientras que el moviente, es decir, lo que mueve sin ser mero instrumento de movimiento, debe ser inmóvil. Puesto que tenemos experiencia de que hay cosas que se mueven sin tener en sí mismas el principio de su movimiento y de cosas que se mueven por sí mismas es razonable o necesario pensar, dice Aristóteles, que también haya alguna del tercer tipo, motor inmóvil.

A continuación considera la segunda posibilidad: si un motor está en movimiento no accidentalmente, sino por necesidad, es decir, que si no estuviera en movimiento no podría mover nada, entonces en cuanto que está en movimiento ha sido movido de una de estas dos maneras: o con el mismo tipo de movimiento de su moviente –desplazamiento, alteración, aumento- o con un tipo diferente. Pero ambas alternativas son imposibles.

La primera llevaría a considerar que sería lo mismo ser agente y paciente de un movimiento; la segunda imagina transformaciones cíclicas de unos tipos de movimiento en otros, lo cual reduce este caso al anterior, ya que entonces todos los tipos de movimientos serían intermediarios entre sí. Se seguiría de ahí que todo lo que puede mover es movible, pero ni la capacidad de mover –directamente o por intermediarios- es la misma que la de ser movido, ni la capacidad de producir o sufrir un tipo de movimiento determinado es igual que la de producir o sufrir la de cualquier otro tipo.

En consecuencia, habiendo demostrado que la característica de ser movido no pertenece a las cosas movientes ni por accidente ni por naturaleza, hay que rechazar la hipótesis de que todo lo que se mueve está siendo movido por algo que a su vez está siendo movido. Así pues, la serie de movimientos ha de tener un término inicial, de modo que lo primero que fue movido lo fue por algo en reposo o por algo que tiene en sí su propio principio de movimiento; lógicamente hay que preferir la segunda alternativa porque lo que es causa por sí mismo es anterior a lo que es causa por la acción de otro.

3. El movimiento por sí mismo

Ahora la cuestión que se plantea Aristóteles es: ¿Cómo se mueve algo por sí mismo? Puesto que el movimiento es continuo y divisible es imposible que lo que se mueve por sí mismo lo sea por su totalidad: si cada parte del todo se moviera por sí misma el movimiento del todo sería accidental, no necesario, y en consecuencia deberíamos concluir que no se mueve a sí mismo. Por tanto, la conclusión correcta es que en el todo una parte de sí mueve y el resto es movido; la parte que mueve es inmóvil, la parte movida puede ser moviente (de otra cosa) o no.

El que una cosa se mueva por sí misma no quiere decir que sus partes se muevan recíprocamente; Aristóteles lo justifica mediante cinco razones. Primera, si cada una de las dos partes moviera a la otra entonces no habría primer moviente según el orden de las causas. Segunda, no es necesario que lo que mueve sea movido, excepto por sí mismo Tercera, no es necesario que la parte moviente sea movida por la otra como reacción, sino que al contrario, para que el movimiento pueda ser continuo la parte moviente ha de ser inmóvil o moverse por sí misma. Cuarta, el moviente sería movido con el mismo tipo de movimiento con que mueve.

Y la quinta razón consiste en que lo que primordialmente se mueve a sí mismo no puede tener una o más partes que se muevan cada una por sí misma; en efecto, si un todo se mueve por sí mismo o lo es por alguna de sus partes o por su totalidad; en el primer caso, esa parte sería el primer moviente; en el segundo caso, cada una de las partes se movería por sí misma solo de forma accidental; de modo que hay que concluir que en el todo una parte mueve siendo inmóvil y el resto es movido, pero no necesariamente moviente, sino de manera contingente.

De todo lo anterior Aristóteles concluye que es evidente que el primer moviente es inmóvil, pues tanto si la serie de las cosas que son movidas por otras deriva su movimiento directamente de un primer término inmóvil, como si el movimiento deriva de aquello que se mueve y se detiene a sí mismo, en ambos casos el primer motor es inmóvil.

4. El primer motor es eterno y único

La eternidad del movimiento exige que su causa inicial sea también eterna; hay que descartar la posibilidad de que el comienzo del movimiento pueda proceder de los principios de movimiento ínsitos en las cosas que a veces son y a veces no son, pues tiene que haber una causa de ese ser y no ser en el tiempo. Además, estos principios no eternos no pueden ser la causa del movimiento eterno de generación y destrucción de cosas; ni siquiera todos juntos pueden ser la causa de la eternidad del movimiento, pues aunque sean ilimitados en número nunca constituyen una totalidad simultánea.

Respecto a la posible unicidad o pluralidad de la causa inicial del movimiento Aristóteles aplica el principio de parsimonia y considera que si las consecuencias que se derivan de ambas posibilidades son las mismas es preferible considerar que hay un único primer motor. Incluso si hay una pluralidad finita de motores inmóviles basta considerar que hay uno de ellos que es el primero y por ser eterno es causa del inicio del movimiento de los demás. También se deduce lógicamente esa unicidad de que el movimiento, por ser eterno es continuo, y por ser continuo tiene que ser uno.

Hay cosas que a veces están en movimiento y otras veces en reposo (las inanimadas); hay cosas que están siempre en movimiento (las animadas, bien porque se mueven a sí mismas al tener en sí su principio de movimiento, bien porque son movidas por algo externo); y hay algo inmóvil que es el principio inicial del movimiento del universo.

Los principios de movimiento de los seres animados son inmóviles en esencia, pero móviles por accidente, pues se desplazan al mover al ser animado; por esta razón no pueden ser la causa de un movimiento continuo. Es necesario que el principio inmóvil del origen del movimiento lo sea en esencia y en accidente, pues para que el Todo siga siendo el mismo se requiere que también su principio sea siempre el mismo.

Ser movido accidentalmente por sí mismo solo es propio de las cosas generadas, ser movido accidentalmente por otras cosas externas es propio de los astros, cuyos movimientos dependen en esencia de sí mismos, pero accidentalmente de las esferas.

Debido a que el primer motor es inmóvil y eterno también ha de ser eterno lo primero movido por él. Esto se deduce de que la relación entre el primer motor y el primer móvil permanece siempre idéntica. La relación entre lo movido por aquello que es movido directamente por el motor inmóvil y las cosas movidas por ello lo que introduce el cambio y la variabilidad. Traducido a términos cosmológicos esto quiere decir que los movimientos causados por los astros en las cosas sublunares son variables, porque las configuraciones de los astros son múltiples a lo largo del tiempo, provocando en las cosas movimientos contrarios o que están a veces en reposo y a veces en movimiento.

Queda así respondida la cuestión planteada por Aristóteles en el capítulo tercero del libro octavo de la Física, acerca de por qué no están siempre todas las cosas en movimiento o en reposo, o en una combinación de ambos. Lo movido directamente por el motor inmóvil siempre está en movimiento; en cambio, lo movido por lo ya movido está sujeto a variación y puede pasar del movimiento al reposo y viceversa; por su parte, el moviente inmóvil, al ser simple e invariable, mueve siempre con un movimiento único y simple.

Actividades

  1. Definir los movimientos naturales y los violentos y explicar por qué es más difícil averiguar las causas de los movimientos naturales que las de los violentos, poniendo algunos ejemplos.
  2. Exponer la postura de Aristóteles sobre el movimiento de los cuatro elementos.
  3. Definir qué es el movimiento indirecto y explicar por qué Aristóteles afirma que el primer término de una serie de objetos concatenados que producen un movimiento indirecto es más responsable y mayor causa de este que el último término.
  4. Enumerar los tres factores que distingue Aristóteles en el movimiento y razonar por qué necesita el instrumental.
  5. Esquematizar la demostración indirecta o reducción al absurdo que usa Aristóteles para refutar la hipótesis “todo lo que se mueve ha sido movido por algo que a su vez ha sido movido por otra cosa”.
  6. Exponer por qué Aristóteles considera más plausible que el motor inmóvil sea algo que tiene en sí mismo su principio de movimiento que el que lo sea algo en reposo.
  7. Describir la posición aristotélica sobre el movimiento de aquello que se mueve por sí mismo.
  8. Exponer los argumentos aristotélicos para rechazar que el movimiento de algo por sí mismo signifique que sus partes se muevan entre sí.
  9. Exponer los razonamientos de Aristóteles para justificar que el movimiento es eterno y explicar el uso aristotélico del principio de parsimonia respecto a la unicidad del motor inmóvil.
  10. Explicar cómo justifica Aristóteles la eternidad de la esfera de las estrellas fijas y los cambios de las cosas terrestres.

Para saber más

  • Aristóteles: la Física, en Historia de la Geometría Griega, Hernández. González, Miguel. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 1992.
  • Física, Aristóteles, Ed. Gredos; véase la introducción de G. de Echandía.
  • Aristóteles, W. D. Ross, Ed. Charcas; véase el capítulo III.
  • Los inicios de la ciencia occidental, David Lindberg, Ed. Paidós, véase cap. 3.
  • El mundo físico de los griegos, Samuel Sambursky, Ed. Alianza.
  • D_iccionario Akal de El saber griego_, J. Brunschwig y G. Lloyd