En su bello poema, “Lamia”, John Keats se lamentaba así:
¿Acaso no retroceden todos los placeres al contacto de la fría filosofía? Antaño, el arco iris inspiraba temor en el cielo; hoy, en cambio, al conocer su trama, su textura, se encuentra en el catálogo de las cosas vulgares. Pues la filosofía no duda en cercenar las alas de los ángeles, en descifrar misterios con líneas y con reglas, en vaciar el aire de magia y a las minas de sus habituales gnomos, en deshacer el arco iris como deshizo el tierno cuerpo de Lamia y la fundió con una sombra.
Aterrado por los avances de la ciencia se muestra incapaz de captar los nuevos espacios de fascinación que ésta entreabre y se aferra a la idea de que no existe poesía sin nubes, sin misterio, sin oscuridad.
Al lamento del poeta nosotros queremos contraponer las apasionadas quejas del científico que nos interroga: ¿No nos turba y emociona el tener conciencia de que somos “polvo de estrellas”? ¿No nos sentimos extasiados al saber que mirar a lo lejos, en el insondable Universo, es recrear el pasado? ¿No existe, acaso, poesía en el entrelazamiento del espacio y el tiempo y que este entramado actúe sobre la materia dictándole cómo moverse y a su vez la materia reaccione sobre él ordenándole cómo curvarse? ¿No hay, en suma, belleza en las ecuaciones que plasman las leyes de la Naturaleza?
La Teoría de la Relatividad de Einstein, en ausencia –Relatividad Especial– o presencia de gravedad –Relatividad General– es no sólo una de las más bellas construcciones del intelecto humano sino, también, una de las más profundas y básicas ya que su objeto, su contenido, no es otro que el escenario mismo en el que se despliega el estar y el devenir del Universo –el espacio-tiempo. Un territorio que nos parece el más propicio y adecuado para reivindicar la Poesía de la Ciencia.
Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia
El acceso a las jornadas será libre y gratuito.
Fundoro extenderá un certificado de asistencia a quienes lo soliciten.