A 190 km. al sur de Moscú, se encuentra la ciudad de Tula, fundada en 1146.

Tula, una antigua población que había sido varias veces asolada por los tártaros, acabaría siendo la sede de la famosa fábrica de armas del zar Pedro el Grande en el siglo XVIII. En 1712, en virtud de un decreto real, se estableció la construcción de lo que, en palabras del propio zar, se convertiría en el arsenal del Imperio. Entre 1713 y 1718 se levantó una primera fundición de cañones de hierro que utilizaba como fuente motriz la energía hidráulica.

A lo largo del siglo XVIII Tula se convirtió en uno de los centros metalúrgicos más importantes del Imperio. Sin embargo, a comienzos del siglo XIX, la fundición de Tula se había quedado anticuada y la escasez de fuerza hidráulica dificultaba las tareas de fabricar cañones.

Betancourt, experto en las modernas máquinas de vapor y en las factorías de la fabricación de cañones, inspecciona en 1809 las fundiciones de Tula y proyecta su modernización. El ingeniero sustituye las máquinas hidráulicas por una potente máquina de vapor de 24 caballos con la que se accionaba, con facilidad, las barrenas para abrir los cañones en sólido. Fue uno de sus colaboradores, el comandante de ingenieros Bodet, quien se encargó del montaje de la máquina y de la construcción de los edificios que se precisaban para albergarla, concluyendo alrededor de 1814.