La Laurisilva
“La segunda zona, la de los laureles, comprende la parte arbolada de Tenerife: es también la región de los manantiales que brotan en medio de un césped siempre verde y húmedo. Soberbios bosques coronan los cerros adosados al volcán; se reconocen allí cuatro especies de laureles, una encina afín al Quercus turneri de los montes del Tibet, la Visnea mocanera, la Myrica faya de las Azores, un olivo autóctono (Olea excelsa) que es el árbol más alto de esta zona, dos especies de Sideroxylon cuyo follaje es de rara belleza, el Arbutus callycarpa y otros árboles siempre verdes de la familia de los mirtos. Tapizan los troncos de los laureles campanillas y una hiedra muy diferente de la europea (Hedera canariensis) y a sus pies se encuentra una cantidad innumerable de helechos, de los que sólo tres especies, dos Acrostichum y el Ophioglossum lusitanicum, descienden hasta el nivel de las viñas. El suelo, cubierto por doquier de musgo y hierba fina, brilla con las flores de la Campanula aurea, del Chrysanthemum pinnatifidum, de la Mentha canariensis y de varias especies frutescentes de Hypericum (H, canariense, H. floribundum y H.glandusolum). Plantaciones de castaños silvestres y trasplantados forman una amplia franja alrededor de la zona de los manantiales, que es la más verde y agradable de todas.”
Alexander von Humboldt, 1799
Traducción de Lisandro Alvarado