Pinares, retamas y líquenes
“La tercera zona comienza a 900 toesas de altura, allí donde aparecen los últimos grupos de madroños, de Myrica fayay de ese hermoso brezo que los nativos designan con el nombre de Tejo. Esta zona, de 400 toesas de amplitud, se halla totalmente ocupada por un vasto bosque de pinos, con los que se entremezcla el Juniperus cedrus de Broussonet.
[…] La cuarta zona y la quinta, regiones de la Retama y las gramíneas, ocupan altitudes que igualan a las de las cimas más inaccesibles de los Pirineos. Es la parte desierta de la isla, donde montones de piedra pómez, obsidianas y lavas fracturadas ponen trabas a la vegetación. Ya antes hablamos de esos apiñamientos floridos de hiniestas alpinas (Spartium nubigenum) que forman oasis en medio de un vasto mar de cenizas. Dos plantas herbáceas, la Scrophularia glabrata y la Viola cheiranthifolia, avanzan más lejos hasta el malpaís. Sobre una hierba tostada por el ardor de un sol africano la Cladonia paschalis cubre áridos terrenos y los pastores hacen allí fuego, que se propaga a distancias considerables. Hacia la cumbre del Pico, Urceolarias y otros vegetales de la familia de los líquenes trabajan en la descomposición de los materiales escorificados. De esa manera, mediante la acción incesante de las fuerzas orgánicas, se extiende el imperio de la flora sobre las islas transformadas por los volcanes.”
Alexander von Humboldt, 1799
Traducción de Lisandro Alvarado