La Cueva del Hielo
La Cueva del Hielo está en el Teide, a unos 3.350 metros de altitud, entre el refugio de Altavista y el Pico. Casi todos los testimonios antiguos de viajeros que subieron el Teide hablan -al menos desde el siglo XVII- de la cueva. Solían visitarla, desviándose un trecho del sendero, durante el camino de descenso desde el Pico.
En 1724 Louis Feuillée, en referencia a la senda estrecha y torcida que lleva al Pico, dijo: “Los hombres que van a coger el hielo al Pico, que no se encuentra más que en el pie del Pan de Azúcar, han trazado estos senderos.”
Si la Cueva albergó en algún período nieves perpetuas -una afirmación extendida en las crónicas de viajeros y excursionistas- fue en gran medida gracias al empeño y al esfuerzo de los que necesitaban sacar provecho de un helero permanente que abasteciera la demanda de los pueblos costeros y de los barcos del muelle de Santa Cruz: “En invierno, el viento arremolina el granizo y la nieve que caen en la cumbre, apilándolos en dicha cueva; en primavera, colaboran los arrieros en tal labor, haciendo entrar en ella a paladas los restos de nieve. Luego, cuando se ha formado una enorme masa de hielo, en verano, se dispone este hielo en bloques con forma de tonel y, tras cubrirlo de sal y envolverlo en hojas de helecho, se transporta durante la noche. […] La carga de hielo que puede llevar una mula cuesta medio duro en La Orotava.”
Karl von Fritsch, 1862
Traducción de J. J. Batista & E. Tabares