Viajeros del siglo XVIII en Canarias

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Productos de Gran Canaria

“La fertilidad del suelo es tan extraordinaria que produce en abundancia todo lo que se siembra y no es extraño que se recojan al año hasta dos y tres cosechas de maíz. Gran Canaria parece ser la verdadera isla Afortunada de la Antigüedad, pero la agricultura está tan mal concebida que, a pesar de la fertilidad del suelo, que no exige más que ser cultivado, apenas se recogen suficientes productos de primera necesidad para la exportación.

La cebada y el trigo se dan muy bien; todas las cumbres están cubiertas de bosques y alimentan numerosos y magníficos rebaños. Se recoge una gran cantidad de verduras de todas clases y de exquisito sabor, cera y miel excelentes, buena lana, algo de seda, incluso algodón; el olivo se da muy bien y de él se obtiene mucho aceite de gran calidad; pero por un desinterés censurable no se esfuerzan por cultivar sino lo que necesitan.

Los quesos del lugar llamado Barranco Hondo, que se mandan a Tenerife, desde donde se los envía al extranjero, tienen fama de exquisitos; el vino es muy bueno y, sin embargo, escaso porque se dejan baldías muchas laderas que serían muy adecuadas para el cultivo de la vid. Se fabrican algunos sombreros muy ordinarios.

Es algo desesperante que una isla así esté tan descuidada. Su comercio consiste sólo en la exportación de la seda que produce, de un poco de aguardiente y de unas judías blancas, duras, redondas, de un gusto agradable, que se cuecen fácilmente y de las que se recogen dos cosechas al año; tiene la propiedad de que se conservan mucho tiempo sin estropearse. Todo se exporta a Cádiz.”

Bory de Saint-Vincent, 1800

Traducción de las autoras de Viajeros franceses a las Islas Canarias y de José Antonio Delgado Luis