Jornada de pesca
“La primera tarea en que se ocupan los pescadores cuando llegan a la costa es en coger carnada. […] Una vez que se han alejado hasta un cuarto o media milla de la costa izan las velas necesarias para que el barco navegue a una media de 4 nudos y entonces dos o tres hombres lanzan las liñas por encima de la popa, dejando que los anzuelos floten en la superficie del agua.
[…] Cuando un barco ha cogido suficiente cantidad de carnada deja la lancha con 5 o 6 hombres cerca de la costa para que cojan tasarte y anjova y se interna bastante mar adentro, hasta que alcanza profundidades de 15, 20, 30, 40 y hasta 50 o 60 brazas, donde fondea, y la tripulación lanza las liñas por la borda, cebadas con tasarte y anjova, y pescan samas, sargos, cherne y bacalao.
[…] Cuando termina esta tarea suelen ser cerca de las 5 o 6 de la tarde, momento en que van a comer o cenar, puesto que solo hacen una comida al día, que preparan así: en cada barco los hombres ponen en el fondo como hogar una piedra larga y plana, donde encienden un fuego y sobre él cuelgan una olla, en la que guisan un poco de pescado; luego cogen una fuente y ponen algunas galletas desmenuzadas y cebollas finamente cortadas, a lo que añaden un poco de pimienta y vinagre y echan todo en el caldo de pescado. […] Después de dar cuenta de este caldo excelente terminan la comida con pescado asado, ya que el guisado en la sopa lo tiran al mar.
Poco después de esta comida cada hombre busca el lugar más cómodo para dormir, porque en estos barcos no se usan camas. Alrededor de las 5 o 6 de la mañana se levantan, dejan la barca cerca de la costa, levan anclas y se quedan en altamar como antes, sin tomar ningún alimento hasta la misma hora que la tarde anterior. Nadie que conozca el esfuerzo, la fatiga, el frío y el calor que pasan estos pescadores acusará jamás a los españoles de pereza […]
El método de curar este pescado es como sigue: los abren, los limpian y lavan completamente, les cortan las cabezas y las aletas y los apilan para que escurra el agua; después los salan y los almacenan a bulto en la bodega. ”
George Glas, 1764
Traducción de Francisco Javier Castillo y Carmen Díaz Alayón