San Borondón
“Hacia comienzos del siglo XVI, habiendo asegurado un marino que había sido arrojado por una tormenta a una isla –a la que había bajado, siendo muy difícil de abordar- se intentó ir a ella. Se aseguraba que esta isla se veía desde La Gomera y El Hierro, que sus tierras eran lo suficiente mente altas para poder distinguirlas desde 40 leguas de distancia, que tenía 87 leguas en una dimensión, 28 en otra y que se extendía de norte a sur. Siguiendo estas informaciones varios pilotos la intentaron alcanzar, pero sus búsquedas resultaron vanas. En aquella época se creía de tal forma en la existencia de San Borondón que en el tratado de paz firmado el 4 de junio de 1529 entre Portugal y Castilla, en el que la corte de Lisboa cedía todos sus derechos sobre Canarias, se mencionó esta tierra imaginaria con el nombre de Non Trubada o Encubierta.
En consecuencia, se emprendieron varias expediciones para descubrir la No-encontrada. Varios expedicionarios, después de buscar inútilmente, regresaron confesando que no habían visto nada. Pero la imaginación de los hombres es tal que cuando algo le llama la atención no puede renunciar a las quimeras que la halagan, a pesar de sus convicciones. Algunos impostores, en fin, afirmaron haber llegado a la famosa isla.
[…] San Borondón sólo es uno de esos montones de vapores y nubes que asemejan tan bien la forma de tierras, incluso quizá las Salvajes exageradas. Por eso, sin ninguna duda, todos los que dicen haber desembarcado en ella y describen la isla como extensa, no están contando la verdad. En 1759 aún se creía verla desde La Palma y La Gomera, situándola al este-nordeste de Hierro y su punta septentrional a 40 leguas de esta isla.”
Bory de Saint-Vincent, 1800
Traducción de José Antonio Delgado Luis