Puerto de Caleta de Fuste
“A dos leguas, siguiendo la costa hacia el sur, se halla el puerto de Cala de Fustes, desde el que también se embarca el grano. Este puerto solo sirve para embarcaciones pequeñas. Aquí están protegidas de todos los vientos, menos del sudeste, pero rara es la vez que sopla en esta parte del mundo. Cuando eso ocurre descargan las embarcaciones inmediatamente y con la marea alta las varan en la playa y luego las llenan de piedras, de modo que a pesar del oleaje que levanta el viento permanecen sin moverse y no sufren daños.
[…] Este puerto se puede reconocer por una torre redonda negra rodeada de algunas casas. La torre está hecha de grandes piedras y cal, de la misma forma que la torre de Rubicón, en Lanzarote y, al igual que esta, tiene la puerta a unos doce pies de altura con respecto al suelo, por lo que para entrar se tiene que colocar una escalera contra el muro y subir por ella. La parte superior de la torre es plana y toda rodeada de almenas, en las que están montados dos o tres cañones para defender de los corsarios el puerto y las naves. En una casa próxima vive un sargento de la milicia con su familia y su función es llevar la cuenta del grano que se embarca en el puerto. Está también al mando del castillo y del puerto e informa al gobernador de la isla y al alcalde mayor de todos los barcos que llegan a la rada o fondeadero. Si se presenta un barco enemigo tiene que dar la alerta a la isla, retirarse a la torre con su familia y las tripulaciones de las embarcaciones, recoger la escalera una vez que haya subido y cerrar la puerta, y supongo que en ese caso no es una empresa fácil apresarlos.”
George Glas, 1764
Traducción de Francisco Javier Castillo y Carmen Díaz Alayón