Puertos
“El puerto principal se halla en la costa sudeste y se llama Puerto de Naos, en el que cualquier embarcación que no supere los 18 pies de calado puede entrar en la pleamar y en las mareas vivas y estar a resguardo de todos los vientos y de los temporales, aunque cuando se pasa junto a la costa parece como si los barcos estuvieran anclados en una rada abierta, porque el puerto lo forma una barra de roques que no se pueden percibir a cierta distancia, debido a que la mayor parte de ellos los cubre el agua. […] En este puerto no hay población, sino unos almacenes, donde se deja el grano para tenerlo preparado para la exportación.
En el lado oeste del castillo hay otro puerto que llaman Puerto Caballos y algunos El Arrecife. Es también un puerto muy bueno, formado por una barra de roques, como el Puerto de Naos, pero la entrada es poco profunda, ya que no hay más de doce pies de agua en las mareas vivas. En un islote o peña grande, que está entre los dos puertos, se levanta el castillo mencionado y que los defiende a los dos.
[…] En la parte norte de Lanzarote hay un fondeadero especialmente amplio llamado El Río, que es un estrecho o canal que separa la isla de Lanzarote de la isla deshabitada de La Graciosa. Un barco de cualquier tonelaje puede entrar en este puerto de refugio por un extremo y salir por el otro. Si se mantiene a igual distancia de las dos islas tendrá en todo momento 6 o 7 brazas de agua.”
George Glas, 1764
Traducción de Francisco Javier Castillo y Carmen Díaz Alayón