Sin embargo, la implantación del régimen liberal en España no va a ser una tarea fácil, imponiéndose finalmente una versión extremadamente conservadora del mismo, con brevísimos episodios de mayor democratización:

  • La retirada francesa de 1814 es seguida del retorno de Fernando VII, quien rechaza la Constitución gaditana e intenta restablecer las bases políticas absolutistas durante su reinado, lo que logra salvo en la etapa de 1820 a 1823 (trienio liberal), en la que se ve obligado a jurar dicho texto e incorporar a su gobierno a ministros liberales.

  • El sistema liberal sustituye definitivamente al absolutista tras la muerte de Fernando VII y el desarrollo de la primera guerra carlista, que enfrenta a los absolutistas partidarios de Carlos (hermano del rey) con los liberales defensores de la opción de Isabel (hija de Fernando VII). La victoria de estos últimos permite la consolidación de un régimen liberal de monarquía constitucional, basado en un sufragio censitario muy restringido, modelo político que comparten las dos facciones del liberalismo que se alternan en el poder: moderados y progresistas. Dicha alternancia no se produce pacíficamente dado el apoyo continuo de la Corona a los primeros, lo que obliga a los progresistas a recurrir a pronunciamientos militares para acceder al gobierno, siendo desalojados del mismo muy rápidamente por la misma vía.
  • La resistencia a ampliar las bases de participación política por Isabel II (que deja fuera del sistema a la mayor parte de la burguesía), unido a otros factores, da lugar a la Revolución de 1868, con el destronamiento de la reina y un primer intento de democratización real del sistema. Durante los seis años siguientes (sexenio revolucionario), se introduce el sufragio universal y se amplían las libertades ciudadanas, surgiendo las primeras organizaciones republicanas y obreras. El miedo de las clases conservadoras al excesivo avance de estas determina, primero, la abdicación del nuevo rey Amadeo I de Saboya,1republi y, segundo, la interrupción por la vía del pronunciamiento militar de la Primera República (1873-1874).
  • El general Martínez Campos proclama rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II, inaugurando la etapa de la Restauración que sobrevivirá hasta 1923. El proyecto restaurador, diseñado por Cánovas del Castillo, supone la vuelta al poder de la burguesía conservadora bajo la misma fórmula de monarquía constitucional del reinado de Isabel II, pero corrigiendo los errores que precipitaron su caída. El «nuevo» régimen se apoya, aparentemente, en el alejamiento del ejército de la vida política, el bipartidismo importado de Gran Bretaña («turnismo» de conservadores y liberales) y una Constitución, la de 1876, que mantiene buena parte de los derechos reconocidos en el sexenio y permite una alternancia pacífica en el gobierno sin intervención de la Corona. En la práctica, sin embargo, se convierte en un sistema oligárquico cerrado, basado en el fraude electoral generalizado a cargo de los «caciques», que excluye del poder a las clases medias y obreras así como a los incipientes nacionalismos (sobre todo el catalanista).