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Picture of the week Aug. 27, 2010

© Proyecto Turismo, Ciencia y Salud. Cedido para su digitalización por la Biblioteca Municipal de La Orotava

Barcos de vapor

Source: "Guía de Tenerife" (Cabildo Insular de Tenerife, 1927)


    La afluencia de barcos de vapor a los puertos de La Luz y de Santa Cruz aumentó considerablemente en las dos últimas décadas del siglo XIX. Comenzaba a ser habitual en los dos muelles principales de Canarias un concurrido trasiego de barcos de vapor como el de la fotografía. Eran naves rápidas y no sólo acortaban considerablemente la ruta, sino que ofrecían significativas mejoras en servicios a los pasajeros –menús, salones de recreo, camarotes decorados incluso con lujo…– que redundaban en la comodidad de la travesía. Esa manera de viajar era impensable pocos años antes, cuando los pasajeros tenían que buscarse acomodo entre las mercancías.

    La mejora en las infraestructuras de los dos grandes puertos canarios, la facilidad para mantener comunicaciones con el exterior desde que se instaló en 1883 el cable telegráfico y, sobre todo, la promesa de un clima inmejorable para la recuperación de enfermos pulmonares abrieron las puertas a un nuevo y prometedor mercado en el Archipiélago: el turístico. La ocasión se presentaba justo después del hundimiento de la economía canaria por el fracaso estrepitoso y repentino del negocio de la cochinilla. Pero, aunque el turismo no dejó de verse como una oportunidad –la única, por entonces– para la recuperación económica, a los canarios les costó animarse a habilitar y acondicionar casas e inmuebles para alojar turistas. El motivo principal era el convencimiento generalizado de que la tuberculosis –enfermedad que padecía la mayor parte de los europeos que llegaban a las islas para curarse– era contagiosa en grado extremo. A pesar de las dificultades iniciales, el turismo fue ya imparable y terminó cambiando sustancialmente el paisaje de las islas.

Text: Masu Rodríguez