Ese proceso de reconversión agraria va a reforzar la posición de los puertos canarios, especialmente el de Las Palmas (La Luz), de escala inexcusable en las rutas atlánticas, en el marco de la expansión imperialista europea en África. De este modo, los puertos canarios se convierten en estaciones carboneras baratas (el suministro de carbón es casi monopolizado por compañías británicas) y contemplan la instalación por compañías europeas de consignatarias, varaderos, astilleros, etc.

puertolaluz

Esas mismas firmas europeas modernizan el sector terciario canario: comunicaciones (correíllos de vapor entre puertos insulares, teléfono, alumbrado eléctrico y tranvías) y turismo (los primeros hoteles como el Martiánez o el Gran Hotel Taoro en Puerto de la Cruz son construidos con predominio de dinero inglés). La dependencia de nuestras islas de Gran Bretaña reflejada hasta en la fisonomía de áreas urbanas o en la imitación de costumbres y la incorporación de anglicismos lleva a afirmar que Canarias entre 1880-1914 era algo parecido a una «colonia sin bandera» de su imperio.