Imagen de la semana 18 июня 2010 г.
© Proyecto Humboldt. Cedido para su digitalización por la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia
De hueso y barro
Fuente bibliográfica: "Antiquités canariennes ou annotation sur l'origine des peuples qui occuperent les iles fortunées, depuis les premier temps jusqu'a l'epoque de leur conquète" (Berthelot, Sabin, 1879) Cráneos: Los tres cráneos de la imagen –expuestos de cara y de perfil- son una pequeña muestra de los muchos que Sabino Berthelot estudió con el fin de determinar las variedades de razas de los primeros grupos humanos que poblaron el Archipiélago. No sólo midió y analizó los cráneos de las momias que pudo hallar en Tenerife, sino que envió a Francia un buen número de ellos.
Estaba convencido de que no todos los rasgos físicos aborígenes habían sucumbido con la conquista castellana. En su época -mediados del siglo XIX-, las obras y trabajos de Berthelot relacionados con la antropología canaria fueron pioneros, tanto en la práctica de la craneometría como en sus tesis acerca de la pervivencia de lo aborigen en la población de entonces. Sin embargo, la ideología racista del momento y su interés por definir una tipología racial como punto de partida para explicar el origen de los primeros pobladores del Archipiélago, quedan ya bien lejos de las líneas actuales predominantes de investigación científica y antropológica.
Punzones: Los punzones se hacían de hueso de pata de cabra. Aprovechaban la zona de articulación del hueso para conseguir el grosor conveniente en la parte superior. Se utilizaban para coser pieles, labor que los aborígenes desarrollaban con una destreza extraordinaria. Tanto en las costuras como en la confección y corte de la piel se manifiesta siempre el resultado de un trabajo hábil e impecable. También usaban agujas, aunque se conservan muy pocas, probablemente por el desprecio de los coleccionistas inexpertos por los objetos pequeños o imperfectos.
Cuentas: Las cuentas de collares, casi siempre cilíndricas, presentan diferentes tamaños. Se obtenían cortando trozos de un cilindro largo hecho de barro y horadado en su interior. Luego las pintaban –abundan las de color rojo y negro- y cocían antes de ensartarlas. No todos los collares se hicieron de cerámica: se conservan algunos elaborados con conchas y otros con piezas óseas.
Molinos: La variedad de tamaños y formas de las piedras de molino aborígenes es bastante amplia, pues fue un objeto muy utilizado. Se sabe que molían el grano para hacer gofio, el alimento base de su alimentación según los historiadores de la época de la Conquista. Molían cebada o trigo, previamente tostado; el maíz era desconocido, pues aún no había llegado el tiempo de su importación desde América, al igual que las papas y los tomates. Los molinos –persistentemente ligados a la preparación del gofio- también servían para triturar otras sustancias: minerales y vegetales, muchas veces para obtener tinturas y mejunjes destinados a diversos usos.
Texto: Masu Rodríguez