Proyecto Bachillerato

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Paisaje de las Cañadas

Guajara constituye el punto más elevado y uno de los más afilados del perímetro circular y dentellado de la hondonada. Desde unos 500 metros se dominan Las Cañadas y se ve el trazado alargado de las playas que se ensanchan, en algunos sitios, formando arenales amplios y desolados. Luego aparece el pico del Teide que, lentamente desde el fondo de la caldera y de manera casi imperceptible, se va alzando hasta dominarnos por fin desde unos mil metros. Desde el otro lado del abismo esta gran montaña, bastante regular, parece estar muy cerca de nosotros, debido a la transparencia atmosférica. Sin embargo, se encuentra a 12 kilómetros en línea recta.

La base del Pico es sumamente curiosa, con sus coladas multicolores de lava negra, marrón, ocre o roja, según su antigüedad, montadas unas encima de otras, con estrías semicirculares como glaciares. Siguiendo sus generatrices, este cono inmenso está surcado por grandes hendiduras de arriba abajo, por barrancos profundos, por “chimeneas” de escorias. Negras o marrones, amarillas u ocres, a veces rojas, azules o verdes, multicolores, las coladas se superponen, avanzando cada una por su lado, mientras que los bordes parecen haberse quedado atrás, como si les hubiera costado más progresar que al centro. Hay ríos de piedras gigantescas, cuidadosamente caladas, encajes de fuego ahora congelados. Y aquí y allá, con cierta gracia, ocultando su estructura como para aumentar la dificultad del problema, disimulando los detalles y cubriendo la colada, aparecen unas manchas de color fuerte, unas extensiones de arena de un amarillo intenso y otra vez, piedra pómez.

Un cráter en estado de solfatara ocupa la cima del Pico. Es de roca andesita, cubierta de piedra pómez que se ha ido desplomando en sucesivos desprendimientos, con fumarolas diseminadas.

Al otro lado, por doquier, se ven fantásticas rocas recortadas, que descienden caprichosamente hacia el llano. Y a lo lejos se divisan unos zigzags negruzcos: son los “barrancos”, zanjas caprichosas y ariscas, gargantas salvajes y a veces inaccesibles, lechos de algún torrente inesperado cuya existencia impetuosa se remonta a miles de años.

Luego vemos la línea de espuma blanca, violenta, del mar que rompe a lo largo de la costa y detrás, el azul del océano, tan profundo y tranquilo, visto desde lo alto, en el que aparecen, engarzados, los perfiles diseminados y curiosos de las otras islas del Archipiélago, La Palma, La Gomera, El Hierro, Gran Canaria…, cercanas o lejanas según la transparencia del aire.

Pero la isla de Tenerife pocas veces se ve libre de nubes. Se cuentan casos en los que el viajero, desde lejos, ve erguirse el Pico en todo su esplendor, sin niebla en la atmósfera. Por eso, en ocasiones, el turista se decepciona cuando, al llegar en barco, no ve el Teide emergiendo majestuoso del mar. Habría que precisar que no siempre se ve en la dirección adecuada y que el Pico casi siempre es visible por encima de las nubes.

Impresiones y observaciones de un viaje a Tenerife, 2003, traducido por Clara Curell, Cristina G. De Uriarte y Maryse Privat. p. 59, La vie sur le sommet, Impressions et observations dans un voyage à Ténérife, Jean Mascart, París, 1910.

Preguntas

  1. ¿Cuántos kilómetros separan Guajara del Teide? ¿Por qué dice Mascart que esta distancia parece menor de lo que es en realidad?
  2. Describe la base del Pico del Teide. ¿De qué colores son las coladas de lava?
  3. ¿Dónde terminan los barrancos?