Proyecto Bachillerato

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Zoología, Psicología y Metafísica

Naturaleza, Sustancia y Forma.

Aristóteles (s IV a.n.e.) Aristóteles (s IV a.n.e.) "Compendio de toda la philosophia natural de Aristoteles", traducción al castellano de 1547 "Compendio de toda la philosophia natural de Aristoteles", traducción al castellano de 1547 "La Barca de las Pysches". Mosaico griego del s. III a.n.e. "La Barca de las Pysches". Mosaico griego del s. III a.n.e. Psyché entrando en el jardín de Cupido. John William Waterhouse, 1905. Psyché entrando en el jardín de Cupido. John William Waterhouse, 1905. Crátera. Estilo griego micénico, ca. 1400-1300 a.n.e. representando un pulpo de figura estilizada. Crátera. Estilo griego micénico, ca. 1400-1300 a.n.e. representando un pulpo de figura estilizada. Vista de la Linterna de Aristóteles en el caparazón sin púas de un erizo de mar Vista de la Linterna de Aristóteles en el caparazón sin púas de un erizo de mar Cerámica griega con peces (350 a.n.e.) Cerámica griega con peces (350 a.n.e.) Cerámica griega con animales (s. IV a.n.e) Cerámica griega con animales (s. IV a.n.e) Fases del desarrollo embrionario en los peces, salamandras, tortugas y aves Fases del desarrollo embrionario en los peces, salamandras, tortugas y aves

Aristóteles no tiene una concepción universalista de la naturaleza (p_hysis_), al estilo de Platón con su Demiurgo, divinidad que ordena todo lo existente conforme a un plan; ni tampoco tiene una concepción cósmica, como la de algunos filósofos presocráticos que postulaban que el orden del macrocosmos se hallaba presente en el alma de los seres vivos. La suya es pluralista: la naturaleza como conjunto múltiple de sustancias agrupables en especies en función de sus semejanzas. Cuando usa de modo general el concepto “naturaleza” es normalmente para establecer principios básicos.

Para Aristóteles el ser es sustancia (ousía), es decir, sustancias son los seres que tienen la capacidad de existir por sí mismos, lo que incluye a los cuatro elementos, a los astros y a los seres vivos. La disparidad y ambigüedad de ciertos textos aristotélicos ha dado lugar a discusiones sobre si en relación a los seres vivos consideraba que las sustancias eran los individuos concretos o bien las formas específicas, que definen lo que es una especie y determinan las características fundamentales de los individuos. El mismo origen tiene la polémica acerca de si las formas de las sustancias son individuales o específicas.

Para Aristóteles la sustancia -y por tanto cualquier ser vivo- se compone de materia y forma. La forma es el principio activo que dirige el desarrollo del ser vivo, la materia es el principio pasivo sobre el que actúa la forma transformándola. El biólogo tiene que estudiar tanto la forma como la materia, pues ambas constituyen un conjunto indisoluble. La postura tradicional de los historiadores de la filosofía ha sido considerar que para Aristóteles la forma es la esencia de la especie, que cada individuo es una variación de la forma específica, que las características accidentales de un individuo no son parte de su forma y que la finalidad de cada especie es alcanzar la perfección de su forma.

Los recientes historiadores de la biología, intentando conciliar los textos de metafísica con los de biología, han defendido algunas ideas que chocan con esa visión ortodoxa:

  • En el ser vivo la forma es individual y mediante la reproducción se transmiten tanto sus rasgos esenciales como rasgos accidentales.
  • No se pueden identificar entre sí los conceptos “forma sustancial”, “esencia”, “especie” y “forma heredada”.
  • Las “formas” aristotélicas no son lo mismo que las “ideas” platónicas traídas al mundo sensible, lo que ha sido un tópico habitual de los historiadores de la filosofía.
  • La interpretación de la filosofía aristotélica centrada en los conceptos de sustancia, esencia y especie es una herencia neoplatónica sesgada hacia el idealismo.

El Alma y sus funciones

Para Aristóteles el alma (psyché) es la forma del ser vivo. El alma es un conjunto de capacidades orientadas hacia determinados fines: nutritivos, motrices, reproductivos y cognitivos. Clasificará esas facultades bajo los nombres de alma vegetativa, alma sensitiva y alma intelectiva. Las conexiones entre zoología y psicología en sus estudios biológicos son continuas:

a) Expone claramente que las facultades comunes a cuerpo y alma, como la sensibilidad, la percepción, la memoria y la agresividad deben estudiarse desde ambas perspectivas. b) El estudio de la carne como materia del cuerpo se correlaciona con su sensibilidad táctil. c) Al estudiar la sangre establece correlaciones con los rasgos de carácter. d) Su explicación del corazón se basa en su función de centro de control del movimiento y la percepción en el ser vivo.

Podemos decir, en definitiva, que cuando Aristóteles estudia cualquier parte de la estructura del cuerpo humano lo hace desde la perspectiva de las funciones que desarrolla. Por ejemplo, estudia los órganos digestivos en relación a su función nutritiva: los animales sanguíneos asimilan los alimentos convrtiéndolos en sangre, que luego, mediante diversos grados de cocción, va produciendo otros componentes del cuerpo, como la grasa, la médula, el tuétano o el semen. Los órganos reproductivos se estudian desde su capacidad de transmitir la forma. En los animales sexuados, según Aristóteles, la hembra aporta la materia del nuevo ser vivo y el macho aporta la forma, mediante el semen, que con su calor activa los órganos reproductivos femeninos.

Género, especie e individuo

Aristóteles estuvo siempre mucho más interesado por estudiar la anatomía y fisiología de los animales que por efectuar una clasificación exhaustiva. Su división en géneros y especies se basa en características empíricas básicas. Distingue primero entre animales con o sin sangre roja. A los primeros los divide en cuadrúpedos vivíparos, cuadrúpedos ovíparos, aves y peces, distinguiendo en estos últimos entre óseos y cartilaginosos. A los segundos los divide en moluscos (cuerpo blando y parte interna dura, como sepias y pulpos), crustáceos (interior blando y caparazón duro articulado, como langostas y cangrejos), testáceos (interior blando y caparazón duro no flexible, como erizos y ostras) e insectos, incluyendo entre estos últimos a los gusanos. Pero a lo largo de sus obras biológicas encontramos que usa otros criterios clasificatorios en función de las conveniencias del estudio particular que está realizando, como la clasificación de los animales en terrestres, acuáticos, voladores y estáticos; en multíparos, paucíparos y uníparos; en sociales, solitarios, salvajes y domesticados.

Los historiadores actuales de la biología aristotélica consideran que Aristóteles no tenía una postura esencialista respecto a las relaciones que establece entre las especies y los géneros o tipos en que los clasifica. Puesto que el objetivo de sus estudios biológicos no es taxonómico su adscripción de determinadas formas específicas (eidos) a determinados géneros o tipos (genus) es meramente funcional, el resultado de la perspectiva concreta que guía cada estudio particular. Según esta perspectiva funcional cada tipo actúa como materia para las formas de las especies adscritas. A su vez, cualquier forma puede actuar como “tipo” de “subformas” mediante divisiones sucesivas, así como cualquier tipo puede actuar como “forma” de “supertipos” mediante agrupaciones sucesivas.

Aristóteles tiene una concepción cuantitativa de las variaciones entre las especies de un tipo y entre los individuos de una especie. Cada tipo permite un preciso rango de cuantificaciones para los subtipos inmediatos en orden de especificidad, o dicho a la manera clásica, para cada una de las especies que lo integran. Cada especie de un tipo tiene todas las características de ese tipo en una cantidad determinada dentro del rango permitido. Las variaciones entre las especies de un mismo tipo son graduales y expresables en términos de más y menos. Y lo mismo ocurre respecto a la relación entre especies e individuos.

Según Aristóteles las especies, a lo largo del tiempo, van experimentando cambios paulatinos e indefinidos. Pero el hecho de que no conciba las especies como fijas no nos autoriza a pensar que su filosofía era evolucionista. No hay textos que permitan defender esa postura; mucho menos si pensamos en una evolución de tipo darwinista, es decir, que no está guiada por una finalidad determinada, sino por los azares de las circunstancias ambientales a las que las especies se adaptan, algo que es completamente contrario a la visión teleológica del filósofo griego sobre la naturaleza. Para él las especies son eternas, no en cuanto que posean una esencia invariable que subsiste en el tiempo, sino en cuanto que siempre hay individuos de esa especie que se van transmitiendo una forma específica a través de las generaciones. De ese modo también el individuo participa de lo eterno, a través de la persistencia de su especie. De hecho Aristóteles considera el impulso sexual como un componente del principio de conservación.

Desarrollo embrionario y generación espontánea.

Es lógico que quien se interesa por la naturaleza de la vida intente captarla en esos procesos fundamentales que son la transmisión, origen y primeras fases del desarrollo vital. Para comprender la teoría de la generación espontánea hay que comprender el contexto en que surge. Un rasgo típico de Aristóteles es que inicia el estudio de un tema revisando las concepciones de los autores precedentes. Empédocles había considerado que las conjunciones al azar de órganos simples iban produciendo animales complejos, de los cuales unos conseguían reproducirse y subsistir como tipo, mientras que los monstruosos eran incapaces de reproducirse y se extinguían. De modo que el cuadro de las especies era el resultado de la acción del azar que operaba produciendo una complejidad creciente. Por otra parte, Demócrito había afirmado que todo fenómeno era consecuencia de la necesidad derivada del movimiento de los átomos. Entre ambas posiciones Aristóteles se inclinará por una posición intermedia: la generación de la vida se produce de dos maneras: una ordenada teleológicamente, que es la reproducción sexual, y otra al azar, que es la generación espontánea.

En el libro segundo de la Física Aristóteles manifiesta: “Nada de lo que ocurre en la naturaleza de modo regular es espontáneo”. Así pues hay que preguntarse: ¿Por qué le concede un papel al azar en el proceso de biogénesis si él mismo ha estudiado el patrón de desarrollo embrionario de diversas especies? En efecto, en sus escritos biológicos sobre embriología expone las conclusiones de sus trabajos experimentales:

a) El desarrollo del embrión está guiado por pautas internas, no por agentes externos. b) A partir de un mínimo cambio inicial se produce se genera una larga serie de cambios. c) La materia inicial del embrión no es amorfa, sino que se compone de un conjunto de partes, cada una con sus propias potencialidades. d) La embriogénesis es una secuencia ordenada y continua de cambios, no un conjunto de alteraciones singulares.

Un aparte de la respuesta radica en que en la teoría de generación espontánea sigue actuando la creencia hilozoísta de la tradición griega que contempla de modo animista el universo como un ser vivo y por tanto como capaz de generar vida a partir de sus cuatro elementos primordiales: tierra, agua, aire y fuego. Pero mayor influencia tiene el que Aristóteles no quería sustraerse a dar una explicación de un hecho empírico de la vida cotidiana: La germinación de pequeños animales en sustratos como barro, madera podrida, desperdicios orgánicos y residuos de animales. La imposibilidad de estudiar esos procesos reproductivos que escapan a la escala de la visualización humana es lo que lleva a Aristóteles a sostener que la conjunción de determinadas condiciones ambientales de tierra, calor y humedad genera vida sin que haya participación de individuos de la misma especie. En consecuencia, no hay transmisión de una determinada forma específica por progenitores.

¿Qué es un proceso espontáneo para Aristóteles? Como explica en la Física es aquel que ocurre por causas accidentales, y en consecuencia no ocurre siempre, ni de la misma manera, ni orientado a conseguir un fin bueno. Por causas accidentales entiende aquellas donde no se da una conexión entre los factores causales y el resultado producido. En resumidas cuentas, un proceso espontáneo no es regular ni en el tiempo ni en su modo de ocurrir y su resultado no era un objetivo predeterminado para los factores que concurren como causa. Así pues, aunque la generación espontánea de vida animal parezca un proceso teleológico según sus pautas de desarrollo, resulta que no lo es, puesto que su causa originaria es una concatenación azarosa de los cuatro elementos.

Actividades

  1. Averiguar y exponer cómo es el mito del Demiurgo en el Timeo de Platón.
  2. Enumerar algunos rasgos esenciales y algunos rasgos accidentales que se transmiten por herencia en la especie humana.
  3. Exponer algunas diferencias entre las “ideas” de Platón y las “formas” de Aristóteles.
  4. Indagar sobre teorías del alma de autores anteriores a Aristóteles, como Homero, Pitágoras y Platón.
  5. Averiguar y exponer cuál era la teoría de Empédocles sobre el origen de los seres vivos.
  6. Averiguar y exponer en qué consiste la teoría de los humores de Galeno y su relación con las formas de carácter.
  7. Enumerar algunos rasgos de la especie humana que presenten variaciones cuantitativas entre individuos.
  8. Investigar algunas especies de animales que se generan de modo espontáneo según Aristóteles en su Historia de los animales
  9. Indagar sobre qué autores griegos defendieron que el centro de control del hombre se hallaba en el corazón y cuáles decían que en el encéfalo.
  10. Averiguar y exponer a qué llama Aristóteles partes homogéneas y partes no homogéneas al inicio de Historia de los animales.

Para saber más

  • Una buena parte de este texto se basa en las ideas expuestas por James G. Lennox en su libro Aristotle’s Philosophy of Biology, publicado por Cambridge University Press en 2001.
  • También me ha sido útil consultar la obra de Alfredo Marcos Aristóteles y otros animales, editado por Promociones y Publicaciones Universitarias en 1996.
  • Respecto a las obras aristotélicas he aprovechado la introducción de José Vara Donado a su versión de Historia de los animales en la editorial Akal.
  • Asimismo resulta de interés la introducción de Tomás Calvo a su versión de “Acerca del alma” en la edición de Gredos.
  • También en Gredos hay una buena traducción de Almudena Alonso y Elvira Jiménez de “Partes de los animales. Movimiento de los animales. Marcha de los animales”.
  • Para los “Tratados breves de Historia natural” puede consultarse la traducción e introducción de Alberto Bernabé en la Editorial Gredos. Hay otra traducción bajo el título “Parva Naturalia” en Alianza Editorial, realizado por Jorge Serrano.