Viajeros del siglo XIX en Canarias

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

El tipo herreño y su vestimenta

Herreños, año 1944 Herreños, año 1944 Los hombres, de gran estatura, presentan con frecuencia los rasgos guanches más acusados. Con frecuencia se encuentran rubios entre ellos. Sólidos, resistentes al mal y a la fatiga, sobrios y laboriosos son, al mismo tiempo, caritativos y hospitalarios, a pesar de su miseria. Apenas habíamos llegado cuando se nos trajo de todas partes frutas, huevos e incluso aves de corral, es decir, todo lo que esa pobre gente podía ofrecer. No era por espíritu de lucro por lo que nos traían esas provisiones. Lejos de explotar a los forasteros, se negaban a aceptar una gratificación. Y sin embargo, lo repito, no son ricos. La mayoría son pastores y los más afortunados poseen algunos pedazos de tierra y rebaños. Ellos mismos fabrican sus vestidos y su calzado. Asimismo la mayor parte de su ropa se fabrica en el país.

La vestimenta de estos hombres se compone, en verano, de una camisa, un calzón corto de tela gruesa y, por encima de eso, otra especie de camisa de lana, de una tela muy parecida a la que usan nuestros campesinos [franceses], que les cae por debajo de las rodillas y que tiene una abertura a cada lado para que no les moleste al caminar. Sus zapatos, de piel de cabra o de oveja, son también de fabricación local. Finalmente, llevan en la cabeza un gorro grande de lana parda, adornado con una coronilla de borlas de color en lo alto de la cabeza y otra borla gruesa en el extremo superior del cono. Algunos, en vez de llevar este sombrero derecho lo inclinan hacia la oreja. En invierno hacen uso de un pantalón de lana que desciende hasta los pies, y de una especie de chaquetón, provisto de una esclavina que echan sobre la cabeza y que coronan con un sombrero. Todas estas telas están fabricadas con la lana que hilan las mujeres y nunca se tiñen. En cuanto a las mujeres se visten casi igual que en Tenerife. La mayor diferencia consiste en que llevan unas enaguas de lana tejidas como los pantalones de los hombres.

René Verneau, Cinco años de estancia en las Islas Canarias (1891)

Traducción de José Antonio Delgado Luis