Proyecto Bachillerato

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

¿Qué dice usted, señor Pasteur?

Los microorganismos no son el efecto de las enfermedades infecciosas sino la causa que las provoca.

Es difícil imaginar, a comienzos del siglo XXI, a un médico que ponga en tela de juicio el papel de las bacterias o de los virus en el origen y desarrollo de las enfermedades infecciosas, sin embargo, hace apenas 150 años la situación era muy diferente. La Medicina era una ciencia que se practicaba a espalda de los avances científicos procedentes de la Fisiología o de las ciencias de la vida, los médicos eran reacios a la investigación o la experimentación y cualquier aportación que no procediese de los facultativos era considerada una intromisión en el noble arte de curar. Por otro lado tampoco se había avanzado lo suficiente en el conocimiento del mundo microscópico tras el anuncio de Leuwenhoeck, en el siglo XVII, de la existencia de animálculos1 diminutos bajo el objetivo de las primeras lentes artesanales.

Un químico entre médicos: Louis Pasteur

Pasteur nació en 1822 en Dole, un pueblo de la región del Jura en el Franco Condado, del Este de Francia. Su padre era curtidor de pieles, por lo que el aroma de las grasas de los cueros tratados en la tenería2 familiar no le resultaba extraño al joven Louis, Patrice Debré, uno de sus biógrafos, llegó a señalar que esa sensación junto al olor del mosto procedente de los viñedos de la región, influyeron en su vocación profesional posterior.

Pasteur estudió Química y se interesó inicialmente por la Cristalografía, ciencia que trataba de las leyes y propiedades que gobernaban la formación de los cristales. Desde este primer momento comienza su aproximación a las ciencias de la vida, descubriendo la relación existente entre la arquitectura molecular de los compuestos químicos y algunas propiedades físicas, como por ejemplo, la capacidad rotatoria de la luz polarizada3. Pronto llegó a la conclusión de que los compuestos imprescindibles para la vida presentaban actividad óptica siendo, por tanto, molecularmente asimétricos; “la vida es asimétrica” llegará a sentenciar en sus trabajos. Posteriormente pasó a ocuparse del fenómeno de la Fermentación, lo que le hizo acercarse, quizá por primera vez, a los microorganismos señalando que se trataba de un proceso en el que intervenía un ser vivo, un ser microscópico, una levadura, que actuaba como fermento4.

Su capacidad transgresora de los límites de las ciencias adyacentes le granjeó gran número de críticas y antipatías, no sólo de los médicos, como veremos más tarde, sino también de sus propios colegas químicos que veían como un retroceso devolver al ámbito biológico un problema químico como la fermentación.

Con su trabajo acerca de la Generación Espontánea5 Pasteur entra de lleno en el mundo de los microorganismos. Un hombre como él, convencido de que la experimentación era la única voz fiable de un científico, no tenía más opción para demostrar la inexistencia de la llamada Generación Espontánea que a base de experimentos. Después de una larga serie de experiencias presentó en 1864 en las veladas científicas de la Sorbona su célebre conferencia acerca de la Generación Espontánea, donde refutó los argumentos que habían hecho refugiarse en los microorganismos una teoría que, desde la época de los griegos, había estado presente en la génesis de los seres vivos.

Tras sus trabajos cristalográficos, sus experiencias con la Fermentación o su acoso y derribo de la teoría de la Generación Espontánea, Pasteur no sólo se fue acercando al mundo de las ciencias de la vida, sino que abrió las puertas de un mundo perfectamente desconocido hasta entonces, el de la Microbiología. De sus experiencias con los microorganismos adquirió una serie de hábitos que resultarían fundamentales en su incursión en la Medicina.

Un hombre incomprendido: Semmelweis y un concepto ridiculizado, la Asepsia

Se entiende por Asepsia el conjunto de medios que pretenden evitar la contaminación por agentes infecciosos. Al investigar con microorganismos se desarrolla un protocolo de trabajo que pone especial énfasis en evitar la contaminación de los cultivos microbianos, de lo contrario sería imposible manipular poblaciones específicas de seres microscópicos. No es extraño, por tanto, que Pasteur desarrollara técnicas de manipulación que pudieran considerarse prácticas asépticas.

La Medicina del siglo XIX distaba mucho de la práctica médica de nuestros días. Las salas de los hospitales eran lugares malolientes donde se atendían enfermos sin las mínimas condiciones de higiene, las habitaciones donde se practicaban autopsias eran contiguas a los improvisados quirófanos mal iluminados y los vendajes reutilizados para taponar las heridas eran restos de ropas viejas o sábanas sucias. Las herramientas quirúrgicas solían ser propiedad de los cirujanos, que o bien las guardaban en sus bolsillos o las sostenían entre sus dientes en mitad de una intervención. El médico no sólo no cuidaba su higiene personal entre cirugía y disección, negándose incluso a lavarse las manos, sino que se vanagloriaba de la cantidad de suciedad de su vestimenta pues ello era prueba de su capacidad y pericia profesional; las mismas manos que manipulaban los cadáveres se introducían poco tiempo después en un abdomen sobre la mesa de operaciones. “En el siglo XIX, pincharse con un alfiler era abrirle las puertas a la muerte”. Cualquier intervención, por sencilla que fuese, desencadenaba una serie de infecciones secundarias que conducían irremediablemente a la muerte; no digamos nada de operaciones quirúrgicas más cruentas como amputaciones o intervenciones abdominales donde las manos del facultativo penetraban directamente en el medio interno.

En 1846 Ignác Semmelweis, un joven cirujano húngaro nacido en 1818, entró a trabajar como asistente en el Hospital General de Viena. El recinto hospitalario tenía en aquella época dos servicios de maternidad, en uno de ellos la atención de las parturientas corría a cargo de las alumnas de la escuela de comadronas mientras que en el otro eran los estudiantes de Medicina los que atendían. Curiosamente el índice de mortalidad por Fiebre Puerperal6 en el servicio asistido por los estudiantes era muy superior al gestionado por las comadronas, intrigado por este dato, Semmelweis se propuso investigar las causas de este hecho. Se dedicó a intentar descubrir cómo y por qué los estudiantes transmitían la enfermedad y la muerte; observando cuanto hacían acabó por fijarse en que pasaban sin ninguna medida de prevención e higiene desde las salas de disección a las consultas donde examinaban a las mujeres embarazadas. En esos días Semmelweis se enteró de la muerte de un estimado profesor de Anatomía fruto de una infección generalizada tras haber sufrido un pinchazo accidental durante una autopsia, tras atar algunos cabos intuyó que la muerte de su querido profesor podía ser debida a la inyección de “ciertas partículas” procedentes del cadáver (tengamos en cuenta que el joven médico ignoraba aún la existencia de los microorganismos patógenos7), que bien podrían ser las mismas que transmitían los estudiantes a las parturientas.

Semmelweis propuso una serie de medidas para intentar prevenir el contagio, empezando por sugerir a los facultativos que se lavaran las manos después de cada intervención con una solución de cloro hasta que las tuviesen limpias y desapareciera el olor a cadáver. A pesar de que la medida fue un rotundo éxito, pues la mortalidad alcanzó los niveles más bajos jamás registrados, las innovaciones asépticas que Semmelweis acababa de introducir suponían, a juicio de las grandes autoridades de la Obstetricia8 vienesa un método demasiado sencillo y muchos no dudaron en ridiculizar sus explicaciones. A todo esto la propia personalidad de Semmelweis no contribuyó al éxito y divulgación de su teoría; sus problemas para expresarse en alemán y su carácter retraído retrasaron imprudentemente la publicación de sus trabajos, lo que le condenó finalmente a la indiferencia y al olvido.

Pasteur empieza a hacerse oír entre los médicos: Lister y la Antisepsia

La Antisepsia es la técnica de eliminar los microbios evitando que penetren en las heridas. Podríamos decir que si bien la Asepsia persigue evitar los microorganismos, la Antisepsia pretende destruirlos.

La primera aplicación de los trabajos de Pasteur a la Medicina no pudo ser llevada a cabo por Semmelweis, tal honor correspondió a Joseph Lister, un médico inglés que creció en un ambiente científico proclive a la implantación de la investigación experimental en el ámbito de la Medicina. Lister conocía los experimentos de Pasteur con los microorganismos, así como su Teoría de la Fermentación, por lo que no le fue demasiado difícil establecer una comparación entre este fenómeno y la Gangrena9, a la que convirtió en el primer ejemplo de Fermentación patológica en el hombre; fue la primera vez que desde la Medicina surgía una voz que relacionaba la putrefacción de la carne muerta y los gérmenes descubiertos por Pasteur.

Lister, para muchos el creador de la Cirugía moderna, aplicó a las intervenciones quirúrgicas los preceptos aprendidos de los trabajos de Pasteur haciendo hincapié en las medidas antisépticas. Se afanó por encontrar sustancias que fuesen capaces de eliminar los gérmenes patógenos de los utensilios médicos y de todo el material en contacto con el enfermo. En esa búsqueda tuvo que desechar las sustancias que provocaban efectos secundarios en las heridas que pretendían desinfectar, descubrió que el ácido Fénico minimizaba tales efectos perniciosos y sin embargo lograba eliminar los microorganismos causantes de las infecciones. Los métodos antisépticos se aplicaron a vendajes, ropas, herramientas, al propio ambiente que se rociaba con un pulverizador, los resultados no tardaron en llegar, el porcentaje de infecciones bajó considerablemente. Poco a poco, Lister fue mejorando las condiciones antisépticas, reemplazando las sustancias, llegando a todos los rincones de la práctica médica y sobre todo, concienciando a los médicos de la importancia de conocer y respetar los nuevos protocolos de trabajo.

Medicina y Biología: un diálogo difícil

En el ecuador del siglo XIX la Medicina y la Biología son dos disciplinas a las que les cuesta establecer el contacto, la tradición médica no acepta de buen grado la cultura de la experiencia que procede de la Fisiología, por lo que probetas y pipetas tardarán aún algún tiempo en llegar a los hospitales. Los médicos se mostraban reacios a asumir esa cirugía de laboratorio que mata a tantos animales y salva a tan pocos hombres; cuando en 1873 Pasteur ingresa en la Academia de Medicina francesa es recibido con recelo, los nuevos métodos que preconizan la Asepsia y la Antisepsia como los mejores antídotos a la Teoría de los Gérmenes en la enfermedad infecciosa no terminan de calar entre los facultativos. Las medidas de higiene, la obsesión por la limpieza y la desinfección, han hecho cambiar los hábitos del personal médico que no sólo duda de los fundamentos teóricos de las nuevas ideas sino que ven en el nuevo protocolo de trabajo un entorpecimiento y una ralentización del verdadero método de la Medicina tradicional. A pesar de que podemos encontrar en la historia de las ideas referencias aisladas a “portadores” de la infección, la naturaleza de la enfermedad infecciosa en el siglo XIX no apuntaba, entre los facultativos, a la Teoría de los Gérmenes. Los médicos eran partidarios de atribuir a la enfermedad un origen interno, cuyos síntomas podrían ser regulados con factores externos como habitaciones mal ventiladas o exceso de olor putrefacto; en cualquier caso se negaba el papel del germen como causa de la infección, negándose incluso la teoría del contagio entre animales infectados.

¿Cómo respondió Pasteur al aluvión de críticas procedente de un colectivo que no admitía la intromisión de un químico en el campo médico? La respuesta hay que buscarla en una frase que dijo un día a uno de sus ayudantes: Nunca digas nada que no puedas probar con un experimento. Con sus experiencias demuestra que los nuevos vendajes son auténticos filtros de microorganismos en las heridas, evitando la infección de un corte en la pata de cordero, que sin embargo resultaba contaminado cuando se dejaba al descubierto; aconseja a los cirujanos flamear el instrumental en la llama antes de utilizarlo, tal y como él hace con su material de laboratorio, les habla de cómo se propagan los gérmenes, de las condiciones en las que proliferan. Pasteur es ya un experto en el campo de los microorganismos, una vez que los médicos van asimilando el papel de los gérmenes en la enfermedad infecciosa su voz se torna autoridad y, poco a poco, los laboratorios van llegando a los hospitales

Tras los estudios acerca de la Fermentación y de la Generación Espontánea, Pasteur emprendió diversas investigaciones antes de su desembarco definitivo en la “Química Médica”. En 1865 fue requerido para resolver la enfermedad de los gusanos que amenazaba con aniquilar la industria de la seda; más tarde descubriría que la epidemia se debía a dos enfermedades infecciosas: la Pebrina y la Somnolencia. La consecuencia más importante de esta investigación para Pasteur fue el firme convencimiento de que los gérmenes no eran un síntoma de la enfermedad, sino la causa que las provocaba.

A principios de 1877 empezó a estudiar el Carbunco, una de las enfermedades más mortíferas para el ganado, también llamada Ántrax, mal negro o peste de Siberia. El conjunto de experiencias que le permitió identificar el Bacillus anthracis como el agente infeccioso causante del mal fortaleció los lazos entre la Teoría de los Gérmenes y la patología contagiosa.

En el curso de nuevas investigaciones Pasteur descubrió que un mismo microbio puede causar infecciones tanto en lo más hondo de los tejidos como en la superficie de la piel, es decir, que hay aspectos comunes entre la patología interna y la patología externa, toda una novedad para la práctica médica en aquel momento. Paralelamente fueron apareciendo innovaciones técnicas que mejoraron los protocolos de trabajo con los microorganismos, como el objetivo de inmersión que permitió multiplicar la capacidad de resolución de las lentes del microscopio, o la posibilidad de tinción10 para las muestras que favorecieron la identificación y clasificación de los distintos tipos de gérmenes.

Nuestro mensaje inicial encierra, sin duda, la mayor aportación conceptual de Pasteur al mundo de la Medicina, pero por encima de lo que significó la Teoría de los Gérmenes, hay que considerar las consecuencias metodológicas derivadas del nuevo protocolo de trabajo implantado a raíz de la llegada de esas nuevas ideas. La Medicina pasó a considerarse una ciencia experimental; la biblioteca y el laboratorio no sólo ocuparon un espacio físico en los hospitales sino lo que es más importante, si cabe, pasaron a ocupar un espacio en la mente de los médicos.

Notas

[1] Animal microscópico.

[2] Taller donde se curten las pieles.

[3]La luz polarizada es aquella cuya onda vibra en un solo plano frente a la de la luz blanca que lo hace en dos planos perpendiculares entre si. Los compuestos que presentan actividad óptica desvían la dirección de propagación de un rayo de luz polarizada, que los atraviesa, hacia la izquierda (levógiros) o hacia la derecha (dextrógiros). Pasteur demostró que los compuestos fundamentales para la química de la vida eran óptimamente activos y que en los organismos se presentaba o bien el dextrógiro o bien el levógiro pero nunca los dos simultáneamente, por eso hablaba de asimetría en la química biológica.

[4] Los fermentos eran agentes que hacían posible la fermentación, de ahí su nombre. La naturaleza de estas “partículas” y por extensión del fenómeno que propiciaban fue motivo de discusión y de polémica, en cualquier caso el fermento era “algo” imprescindible para que el proceso tuviese lugar.

[5] Teoría partidaria de que los seres vivos podían venir al mundo sin padres.

[6] La Fiebre Puerperal es una infección bacteriana que aparece 24 horas después del parto. Esta infección afecta la vagina, la vulva, el área perineal (área entre la vagina y el recto), la cerviz, la matriz, el peritoneo (membrana que cubre los órganos abdominales), y los riñones.

[7] Que causan enfermedad.

[8]Parte de la Medicina que se ocupa del embarazo y del parto.

[9]Muerte de alguna porción del tejido del cuerpo producida por falta de riego sanguíneo.

[10] Proceso o técnica que permite colorear los tejidos para que se puedan observar más nítidamente en las preparaciones microscópicas.

¿Qué dice usted, señor Pasteur?