Aimé Bonpland
(La Rochelle, 28/8/1773 - Santa Ana, 10/3/1858)
Su verdadero nombre era Aimé Jacob Alexandre Goujaud. Desde muy pequeño mostró una gran afición por las plantas, por lo que su padre empezó a llamarle Bonpland (Bon-Plant), que con los años sustituyó definitivamente su apellido. Desde que comenzó sus estudios de Medicina en 1791, sintió verdadero interés por la botánica. Obtuvo el grado de cirujano de tercera clase en la Escuela Naval de Medicina de Rochefort. Volvió a París para continuar sus estudios. Conoció entonces a su maestro Antoine Jussieu y a R.L. Desfontaines. La idea de una expedición al continente americano pronto sedujo tanto a Bonpland como a su amigo Alexander von Humboldt. El 5 de junio de 1799 partieron desde La Coruña a bordo del Pizarro y pusieron rumbo a su primera escala: Canarias. Días después partieron hacia La Habana y México, pero la tripulación sufrió una epidemia que obligó a desembarcar en Cumaná (16 julio 1799). Desde allí recorrieron toda Venezuela. En septiembre de 1801 pusieron rumbo a Cuba y pasaron por Nueva Granada, Quito, Perú, Nueva España y Estados Unidos. Regresaron a Burdeos el 4 de agosto de 1804.
Fue un viaje fructífero. Bonpland capturó y preservó multitud de especies de insectos y recopiló unas 6.000 plantas tropicales acompañadas de sus descripciones y propiedades. Además, durante los cinco años que duró el viaje fue escribiendo un diario de botánica con más de 4.000 descripciones sistemáticas de plantas equinocciales y donó al Jardín de Plantas de París su herbario de 60.000 plantas, de las que la décima parte eran por entonces nuevas para la ciencia. Bonpland y Humboldt escribieron numerosas obras, de las que la más relevante es Voyage aux regions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804, que apareció en 13 volúmenes editados entre 1816 y 1831.
Bonpland regresó a América con su familia en noviembre de 1816 para ocupar una plaza de profesor en la Facultad de Medicina y en el Museo de Historia Natural de Buenos Aires. Tomó la decisión a raíz de la muerte de la emperatriz Josefina, que años antes le había nombrado administrador de la residencia imperial y responsable del cuidado de sus jardines.
En 1818 comenzó sus investigaciones de los grandes cultivos y la mejora de la yerba mate en Corrientes, entre los ríos Uruguay y Paraná. Estas incursiones no fueron bien vistas por Rodríguez de Francia, el dictador que gobernaba por entonces Paraguay, quien -convencido de que Bonpland era un espía- ordenó su encarcelamiento en diciembre de 1821. A pesar de las presiones para su liberación, Bonpland permaneció cautivo más de diez años y además, aunque su libertad estuvo prevista para 1829, se hizo efectiva dos años después. Aún así no cejó en su empeño por recorrer la geografía americana, recopilando especies y tomando notas de todo lo que veía.
Durante varios años, Bonpland estuvo olvidado en Europa y muchos creyeron que había muerto. Al cumplir 80 años fue homenajeado en Francia y Alemania. En 1853 se inició la revista Bonplandia y en 1854 fue condecorado por el rey de Prusia. En Francia se gestionó su regreso, pero Bonpland sólo quiso visitar Europa para dejar allí sus colecciones y adquirir libros.