Viajeros del siglo XIX en Canarias

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Las cabras y los cabreros

La raza de las cabras se ha mantenido bastante pura y ha originado una variedad que solo es propia de las Islas. Su pelo es más largo y lacio que el de las cabras de Europa, normalmente de un marrón claro, aunque también se encuentra el negro, el gris y el atigrado. La cabra canaria es alta, de fuertes y grandes pezuñas y bastante barbuda. Su mirada es viva y sus cuernos son largos, aunque un poco curvados e inclinados hacia el cuello. Su ubre es muy grande y llega casi hasta el suelo. Los machos cabríos suelen ser más cortos y altos que las cabras, sus cuernos están más separados que los de estas y tiene un cuello fuerte, cubierto por encima con largos pelos, ásperos al tacto y que forman una especie de melena. Estos rebaños son llevados en verano a las montañas y en invierno a los valles y barrancos de la costa, donde se alimentan de las plantas que crecen en las pendientes de las rocas.

Francis Coleman Mac-Gregor, Las Islas Canarias (1831)

Traducción de José Juan Batista

En la Fuente de la Piedra encontramos a tres cabreros de Granadilla: estaban ocupados en amasar su gofio, y tan pronto nos vieron nos invitaron a compartir su frugal yantar. Intercambiamos con ellos algunas de nuestras provisiones: nos dieron higos pasados, que tomaban con gofio amasado. Están gentes arriscadas habían salido del pueblo al amanecer con el fin de juntar el ganado y trasladarlo a otra aérea de pastoreo.

[…] Estos cabreros visten de acuerdo con el género de vida que llevan: van con las piernas desnudas y se calzan con una especie de sandalias o abarcas; las camisas, de anchas mangas, se abotonan en las muñecas y dejan el pecho al descubierto. El ancho pantalón de lienzo lo llevan remangado por encima de la rodilla, y va sujeto con una faja de lana. Van tocados con un pequeño sombrero. A la espalda, un talego o bolso que contiene el gofio. Caminan provistos de una larga lanza con la que se ayudan para salvar los accidentes del terreno. La estatura y el desarrollo muscular de estos hombres revelan su sólida constitución. Su expresión refleja franqueza y amabilidad. Pero en su fisonomía hay algo de distinto y raro, características que todavía persisten en la sangre guanche.

Sabin Berthelot, Primera estancia en Tenerife (1836)

Traducción de Luis Diego Cuscoy