Mapa de Canarias realizado con instrumentos para cartografiar del siglo XVIII
Hace 300 años dar con la forma de cualquier territorio resultaba muy difícil. Esta imagen demuestra la dificultad técnica de los cartógrafos (verdaderos expertos, como Fleurieu) para dibujar con acierto los perímetros de las islas. Al terminar este mapa, Fleurieu anotó, en uno de sus márgenes, que la posición y la configuración de las islas situadas al este de Tenerife debía ser revisada y corregida, pues sospechaba que podía haber cometido errores de cálculo. Estaba más seguro de haber cartografiado bien el resto, lo cual, desde el punto de vista actual tendríamos bastante que objetar.
En aquella época los navegantes necesitaban, y mucho, un reloj que funcionara bien en el mar (un cronómetro marino), que no fuera de péndulo, que no perdiera el compás por el movimiento del mar y por la humedad del interior de los barcos. Conseguir inventar ese instrumento suponía un gigantesco paso hacia adelante: les permitiría componer mapas precisos que hicieran difícil perderse en el océano o encallar en las costas y trazar rutas marítimas más directas y seguras.