Escaramuza Naval
“El 30 fondeamos en la rada de Tenerife para hacer aguada. Una escuadra inglesa que había aparecido la víspera había sembrado la alarma allí. El capitán general, a quien fui a saludar con nuestro capitán, no podía creer que no la hubiéramos visto. Por la tarde, cuando regresaba a bordo, hubo una segunda alarma. Se encendieron hogueras en las alturas de la isla para reunir cuanto antes a las milicias, pero sólo se trataba de pánico. […] Permanecimos ocho días en la rada de esta isla. Dos días antes de marcharnos, al atardecer, fuimos espectadores de una escaramuza naval que tuvo lugar a una legua de nosotros, entre un bergantín inglés de seis cañones y una tartana francesa que sólo tenía un cañón y cuatro pedreros. Combatieron casi dos horas con cargas continuas por ambas partes. Después la tartana se nos acercó y nos pidió ayuda: hicieron pasar a treinta hombres a la tartana y pusieron a quince en la chalupa; pronto dieron alcance al navío inglés, que se rindió después de sufrir el tiroteo de la mosquetería. Sin embargo, los españoles no querían permitir que se lo llevaran, a pesar de que estaban de acuerdo en que había sido un apresamiento correcto; lo soltaron a petición del cónsul francés.”
Padre Joseph Labbé, septiembre de 1710
Traducción de las autoras de Viajeros franceses a las Islas Canarias
El ataque de Nelson
“En la época de nuestro viaje las mentes se ocupaban todavía del ataque que había efectuado el almirante Nelson años antes, en 1797. Este almirante se presentó de improviso en la rada de Santa Cruz con fuerzas considerables. La guarnición y todos los isleños en estado de llevar armas se prepararon para rechazar la invasión; las tripulaciones de varios navíos franceses los secundaron con apresuramiento. Las medidas se tomaron tan bien que los ingleses fueron rechazados con pérdidas considerables; sus embarcaciones, con las tropas que llevaban, fueron tomadas o hundidas por el fuego de los asediados. El almirante Nelson perdió el brazo derecho y sólo se tuvo tiempo para retirarlo de su chalupa y llevarlo a su navío en un esquife más ligero.”
Jacques-Gérard Milbert, 1800
Traducción de J. A. Delgado Luis