Tenerife, 1792
“En Santa Cruz se pueden conseguir bueyes, corderos, cochinos, cabras, aves de corral, frutas y verduras, siendo en conjunto de buena calidad y precio razonable. Ésta ciudad tiene muchas ventajas sobre Madeira para los navíos que yendo a Indias tienen necesidad de comprar provisiones frescas. El vino de Canarias es de mejor calidad y precio que el de Madeira. […] En todos los países sometidos al dominio de España y Portugal se hace un consumo tan grande de mercancías inglesas que no nos podemos extrañar de los grandes suministros que hay en los almacenes de Londres.
[…] Antes de llegar al Puerto de La Orotava atravesaron la villa del mismo nombre, construida en piedra y bastante bonita, aunque el terreno donde está situada sea muy desigual. Midieron un árbol de la especie que se llama Sangre de Dragón, que si lo comparamos con los de Madeira estos no son más que arbustos. Su tronco, medido a diez pies de altura tenía treinta seis pies de perímetro; cinco pies más arriba se dividía en doce ramas que se separaban regularmente del centro en una división oblicua, como las divisiones de una planta umbelífera. Todas eran de la misma dimensión y en sus extremos tenían unas hojas espesas, esponjosas y parecidas a las del áloe común, aunque un poco más pequeñas. En la isla existe la tradición de que cuando los españoles se apoderaron de Tenerife, hace trescientos años, este árbol ya existía y servía como límite, como sirve todavía, a las propiedades que lo rodeaban.
[…] En todas las posesiones españolas donde ha penetrado la inquisición las prácticas externas de la devoción absorben gran parte de un tiempo que se podía emplear en instruirse. La religión parece ser la principal ocupación de las personas nobles de uno y otro sexo. Las mujeres de clase alta casi nunca salen de su casa si no es para ir a la iglesia. Por eso no faltan a las misas, maitines y vísperas. Las señoritas permanecen en los conventos y con frecuencia son incitadas a tomar los hábitos. […] El obispo de Canarias tiene su residencia ordinaria en la ciudad de Las Palmas. Sus rentas, que apenas se elevan a 10.000 libras esterlinas por año, se emplean en actos de beneficencia y caridad, y los habitantes pobres de las islas se aprovechan de ellas. Sin embargo, a tanta humanidad une este prelado todo el rigor de la disciplina eclesiástica y fomenta las ceremonias de piedad por medio de las indulgencias que ofrece sin cesar a quienes las practican.”
Georges Staunton, 1792
Traducción de J. A. Delgado Luis