Terremotos y tsunamis
“Esta isla no se ha visto libre de los volcanes y sus efectos todavía se pueden apreciar en casi todas las partes, porque todavía pueden distinguirse fácilmente los lugares por donde corrieron la escoria ardiente, los minerales fundidos, las piedras calcinadas y las cenizas. De acuerdo con la memoria de algunos de los habitantes más viejos que vivían hacia 1750 uno de aquellos ríos ardientes bajó de las montañas hacia la ciudad de Santa Cruz y se vertió en el mar, cerca de una milla al norte de la ciudad. Desde hace algunos años a esta parte no se ha producido ningún terremoto fuerte en estas islas, pero de cuando en cuando se sienten pequeños temblores de tierra. Hubo algunos en el momento del memorable terremoto de Lisboa, pero apenas fueron perceptibles. Solamente el repentino flujo y reflujo del mar fue evidente en el Puerto de la Luz, en Canaria, en donde el mar se retiró hasta casi una milla y allí quedó durante algún tiempo. En aquellos momentos los habitantes de La Palma, al ver un barco naufragado, varado en el fondo y que el mar había dejado al descubierto, algunos de ellos fueron tan temerarios como para acercarse a él, pero al volver de repente el mar, los barrió a todos. Un barquero del Puerto de La Orotava me dijo que el día del terremoto de Lisboa su barca fue lanzada contra la playa y estando él apoyado en ella hablando con algunos pescadores de repente el mar hizo flotar la barca y los empapó, a él y a sus compañeros, hasta medio cuerpo; después se retiró un gran trecho, volvió de nuevo, aunque no con tanta violencia como la primera vez y así continuó, subiendo y bajando, durante una hora.”
George Glas, 1764
Traducción de Francisco Javier Castillo y Carmen Díaz Alayón