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Imagen de la semana 6 de noviembre de 2009

© Proyecto Humboldt. Cedido para su digitalización por el Jardín de Aclimatación de La Orotava

Saltamontes

Fuente bibliográfica: "Histoire naturelle des îles Canaries II, 2. Zoologie." (Barker Webb, Phillip, 1844)

Los ortópteros (saltamontes, cigarras y grillos) se caracterizan particularmente por presentar fémures posteriores, gruesos, fuertes y óptimos para el salto. En la imagen vemos cuatro de las 14 ejemplares de ortópteros de Canarias que Philip Barker Webb y Sabino Berthelot incluyeron en la lámina V de su Zoologie. Sólo Acridium lobatum Br. y Phaneroptera Webbii Br. aparecen representados tanto en posición de vuelo –con las alas desplegadas– como en reposo. Ninguna de estas especies conserva en la actualidad esos nombres de la imagen con que Webb y Berthelot las definieron:

Acridium lobatum Br. (1) se reconoce hoy como Dericorys lobata (Brullé, 1838). Es una especie nativa y sólo se encuentra en Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Destaca por el colorido espectacular de su cuerpo. Vive en áreas costeras y arenosas y se alimenta exclusivamente de Chenopodiaceae, por lo que su supervivencia depende de la conservación de su hábitat.
Phaneroptera Webbii Br. (2) ha pasado a llamarse Phaneroptera nana sparsa (Stal, 1873) y Acridium miniatum Br. (4) es hoy Scintharista notabilis notabilis (Walker, 1870). Ambas están consideradas como especies nativas probables que viven en todo el archipiélago, a excepción de las islas de Lanzarote y Fuerteventura.
Acridium coerulescens Lin. (3) está catalogada actualmente como Oedipoda canariensis (Krauss, 1842) y se considera subespecie endémica de Canarias.

Obviamente, aparte de la nomenclatura científica, los insectos también son reconocidos en la lengua vulgar por un léxico que –a diferencia del científico– ha resultado del propio uso del lenguaje, de la necesidad de comunicar con acierto el especimen a que se hace referencia y de los mismos mecanismos que intervienen a lo largo del tiempo en la formación de las palabras corrientes. Algunos de los nombres con los que en Canarias se conoce popularmente a los insectos tienen un origen autóctono, pero son muy pocos en comparación con los que proceden del portugués o de alguna de las variedades –americana o peninsular– del español. Fuera de la codificada y unívoca nomenclatura científica, sólo una pequeñísima parte de los millares de insectos que la ciencia reconoce tiene nombre, y suele ser tremendamente descriptivo o significativo. El resto vive en el anonimato de nombres muy generales, como ‘mariposa’ o ‘escarabajo’ o incluso bajo palabras aún más indefinitorias, como ‘bicho’.

Texto: Masu Rodríguez