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Imagen de la semana 4 de junio de 2010

© Proyecto Humboldt. Cedido para su digitalización por la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Cerámica guanche

Fuente bibliográfica: "Antiquités canariennes ou annotation sur l'origine des peuples qui occuperent les iles fortunées, depuis les premier temps jusqu'a l'epoque de leur conquète" (Berthelot, Sabin, 1879)

A lo largo de los últimos siglos se han encontrado por todo el Archipiélago numerosos restos de cerámica aborigen, en ocasiones formando completísimos ajuares: cuentas y collares, sellos y pintaderas, ídolos y una variedad considerable de recipientes para cocinar y guardar alimentos. La mayor parte procede de cuevas funerarias y de escondrijos, más o menos ocultos, en los campos de pastoreo estacional.

No es ningún secreto que casi la totalidad de esos lugares ha sufrido un expolio abusivo y persistente a lo largo de mucho tiempo. Desde los inicios del siglo XX se alzaron voces de denuncia contra la indiferencia y la vergonzosa pasividad de la autoridad legal y política respecto al saqueo arqueológico. Todavía en el siglo XIX ningún investigador o visitante extranjero encontraba mayor inconveniente en enviar a los museos y gabinetes europeos de historia natural las piezas mejor conservadas, incluidas las momias, que hallaban en sus excursiones, que compraban o que les regalaban. Al expolio hay que sumar el problema del afán destructivo de los propietarios de terrenos interesados en borrar toda huella aborigen que pueda amenazar con una recalificación la rentabilidad de sus tierras y cualquier proyecto de urbanización en la zona.

No obstante el estudio de la cerámica conservada ha resultado muy provechoso para dilucidar los motivos de tantas diferencias interinsulares en las formas, colores y diseños de las piezas, a la vez que para comprobar el grado de evolución de las manufacturas a lo largo de más de un milenio de prehistoria canaria.

Las cerámicas aborígenes de Tenerife, La Gomera y El Hierro son mucho más toscas que las del resto de las islas, sus formas son con frecuencia irregulares, lo mismo que sus texturas. Nos han quedado menos ejemplares de La Gomera y El Hierro y las que se han encontrado casi siempre están fragmentadas, posiblemente por la mala calidad de la materia prima para elaborar la pasta. De esos rasgos se deduce un estado primitivo de la alfarería en esas islas, que es común también a las piezas lisas y sencillas de Tenerife, que cuando muestran alguna decoración no suele consistir más que en meros rayados o motivos geométricos muy simples. En Lanzarote y Fuerteventura, pero sobre todo en Gran Canaria y La Palma, la alfarería evolucionó notablemente y en escaso lapso de tiempo desde ese primitivismo permanente de las piezas tinerfeñas hacia una producción de mayor complejidad en las formas y en los detalles y de mayor esmero y variedad en lo decorativo.

Texto: Masu Rodríguez