Imagen de la semana 24 de septiembre de 2010
© Proyecto Humboldt. Cedido para su digitalización por el Jardín de Aclimatación de La Orotava
Funeral
Fuente bibliográfica: "Histoire naturelle des îles Canaries I, 2. Les Miscellanées Canariennes. Planches." (Barker Webb, Phillip, 1839) Este grabado se publicó por primera vez en 1839. Reproduce una vista de un caserío situado en la zona alta de Icod de los Vinos, al abrigo de roquedales que estuvieron sembrados de higueras, áloes, moreras y palmeras. Al lugar se le conocía como Lomo de la Vega.
Es la única imagen dedicada a un ritual funerario de entre el más de medio millar de ilustraciones que ofrece la Historia Natural de las islas Canarias. La comitiva, encabezada por varios miembros del clero, atraviesa el pueblo en procesión llevando al difunto en un ataúd sin tapa hasta el lugar del enterramiento. Se acostumbraba a contratar plañideras –una práctica común también en Europa– que acompañaban, detrás del féretro, a los familiares.
Los enterramientos fueron un problema duradero en las islas. Se sepultaba a los difuntos en los sótanos de las iglesias, con lo cual no sólo se perpetuaban las molestias derivadas de la escasez permanente de espacio para los enterramientos, sino que además esa práctica ponía con frecuencia en serio peligro la salud de la población, sobre todo en época de epidemias. En no pocas ocasiones hubo que recubrir de cal el suelo de las iglesias y cerrarlas durante meses; en consecuencia había que suspender o trasladar las misas y demás ritos religiosos, así como las actividades relacionadas con la enseñanza que desarrollaban en ellas fundamentalmente los sacristanes.
En 1787, cuando la problemática se hacía ya insoslayable, Carlos III dio órdenes de “construir cementerios fuera de las poblaciones, en sitios ventilados e inmediatos a las parroquias y distantes de las casas”. En Canarias esas órdenes se vulneraron durante décadas.
Texto: Masu Rodríguez