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Imagen de la semana 16 de marzo de 2012

© Proyecto Humboldt. Cedido para su digitalización por el Museo de Historia y Antropología de Tenerife

La corbeta HMS. Challenger, 1872

Fuente bibliográfica: "The Cruise of her majesty's ship Challenger" (Spry, W. J., 1878)

El Challenger, una corbeta de 2000 toneladas de desplazamiento fue el buque inglés elegido en 1872 para emprender los trabajos oceanográficos necesarios para la instalación definitiva del cable telegráfico submarino. Zarpó desde Inglaterra en diciembre de 1872 y regresó en mayo del 76. Por aquellos años, el conocimiento de lo que se ocultaba bajo la superficie del océano era ciertamente escaso. Se creía, por ejemplo, que no podía haber vida animal en fondos abisales y que la gravedad específica del agua a mucha profundidad debía de ser tan enorme que cualquier objeto que se arrojara, por muy pesado que fuese, permanecería suspendido para siempre sin llegar a tocar el fondo. Sin duda, la invención del cable telegráfico submarino estimuló la necesidad de conocer la forma del lecho marino, porque para que los trabajos fueran efectivos era esencial conocer la configuración y la profundidad del mar, la forma y la composición de los fondos, la naturaleza de las criaturas y plantas que vivían a esas profundidades, la fuerza y el comportamiento de las corrientes y la temperatura del agua. Hasta 1868 no hubo ningún estudio sistemático del fondo marino que tuviera en cuenta la investigación de la geografía física y biológica. En ese año la Royal Society de Londres, que había conseguido tener a su disposición, durante unas 6 semanas, el HMS Lightening, tuvo la iniciativa de hacer investigaciones oceanográficas. Los resultados fueron tan reveladores que al año siguiente fletaron otro barco -el HMS Porcupine- para sondear los fondos marinos de Irlanda y Escocia. Solo con este viaje se avanzó de manera formidable en el conocimiento de las condiciones físicas del océano y, sin duda, animó a los científicos ingleses a organizar en 1872 la expedición a bordo del Challenger, un viaje mucho más ambicioso que sondeó durante años los fondos marinos de Canadá, Brasil, los mares del sur, Japón y las aguas limítrofes a la Antártida, entre otros muchos territorios.

Texto: Masu Rodríguez