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Imagen de la semana 24 de junio de 2014

©Proyecto Turismo y Salud. Cedido para su digitalización por el Museo de Historia y Antropología de Tenerife

Campesino tinerfeño

Fuente bibliográfica: "Tagoro. Anuario del Instituto de Estudios Canarios." (, 1944)

          El carácter de los canarios es amable. Son abiertos, ingenuos, pacíficos y conciliadores, además de fieles, modestos y cumplidores; trabajadores que se contentan con poco y hospitalarios como nadie. Por cualquier sitio que se pase a caballo, la gente se dirige a uno y le pide que desmonte y entre a casa para descansar. Si uno acepta, no solo lo invitan a comer, sino que lo consideran como un amigo de la casa o un miembro de la familia, que puede entrar y salir o quedarse cuando quiera, sin más formalidades.      

          No pierden jamás, ni siquiera en las situaciones más extremas de la vida, la decencia y compostura, que también conservan normalmente las clases bajas. En las fiestas y bailes populares o en los certámenes de salto, lucha, lanzamiento y carrera siempre son comedidos y correctos: jamás hay brotes de vandalismo o apasionamiento excesivo. En caso de enfermedad y muerte, de preocupación y necesidad muestran siempre una calma y resignación próximas al estoicismo. Solo resulta verdaderamente lamentable el hecho de que se haya descuidado la instrucción del pueblo, lo cual ha redundado en una ignorancia y oscurantismo que han mantenido la creencia en brujas y malos espíritus. Contra el mal de ojo todavía se siguen enterrando en las viñas cuernos de macho cabrío, les cuelgan a los caballos amuletos en la frontalera o se llevan los pantalones vueltos del revés. En las ferias y mercados anuales se suelen vender estos amuletos y cada localidad tiene su animero.

Julius von Minutoli, El pasado y el porvenir de las Islas Canarias, 1854

Texto: Masu Rodríguez