Fundación Canaria Orotava
de Historia de la Ciencia

Material: Los lavaderos

Desde los primeros años del siglo XVI llegan a La Orotava las aguas canalizadas. Estas van a ser decisivas en el desarrollo del nuevo enclave urbano, pues permitían a la población acceder en varios lugares al agua necesaria para el consumo humano, para realizar las faenas de limpieza de la ropa, de los enseres, del ajuar, etc. Para estas tareas solían aprovecharse los rebosaderos de los molinos y aledaños. Así aparecerán los primeros abrevaderos y lavaderos públicos. Uno de estos estuvo ubicado junto al molino de gofio situado en la Cruz Verde, en la zona alta de la Orotava, donde se utilizaron las aguas que salían del rebosadero del molino para crear un lavadero abierto desde el siglo XVI.

Los lavaderos de La Piedad

Mujeres lavando junto al molino de Sierra

Más adelante en pleno siglo XX se construyen en la zona de la Cruz Verde unos lavaderos cubiertos con un buen número de pilas que permanecerían en activo hasta los años sesenta del siglo XX. (Ver Dibujo..)

El segundo de estos lavaderos del que existen referencias muy antiguas(desde el siglo XVI) estaba en la zona de San Francisco, cerca del Hospital de la Trinidad. A la salida del agua del chaboco del molino, conocido popularmente como el de Chano, el canal disponía a ambos lados unas piedras inclinadas utilizadas por las mujeres para lavar. Con la canalización subterránea de las aguas de los molinos según el nuevo sistema realizado por el arquitecto D. Tomás Machado en los años 40, se posibilitó la remodelación de este lavadero y se instalaron varias pilas de lavar en la zona norte, alejadas de la saliente del chaboco. También se habilitó una techumbre para protección.

Este lavadero fue utilizado hasta la década de los años 60 del siglo XX. Su ubicación lo convirtió en uno de los más utilizados. Hoy se ha restaurado nuevamente como testimonio de las formas de vida de antaño y por su valor patrimonial y etnológico.

Lavadero de San Francisco

Lavadero de San Francisco tras remodelación

El tercer lavadero estaba situado al final de la calle del Agua. Se abastecía de la canalización de las aguas del último molino ( el de Lercaro) que iban conducidas en dirección al estanque “de Los Lugo”, en las afueras del pueblo por el lado norte, para su uso posterior en el riego de los terrenos agrícolas. En este caso el lavadero funcionaba al aire libre en la misma canalización de la atarjea donde se adaptaron diversas piedras inclinadas en sus bordes para lavar en ambos lados del canal. Este lavadero estuvo en uso hasta inicios de la segunda mitad del siglo XX.

Lavadero de Calle del Agua

Estos lavaderos eran espacios donde se trabajaba y donde se comentaba las cosas del pueblo, y se chismorreaba. No faltaban las discusiones, las peleas. Eran auténticos lugares de conexión con el acontecer de cada día.

Los lavaderos formaron una parte muy importante de la cultura del agua hasta épocas cercanas.

La llegada del agua a presión a las casas, la aparición de las lavadoras mecánicas, el pequeño desarrollo económico de los años 60, entre otros factores, hizo desaparecer lentamente los clásicos lavaderos con sus tradicionales labores.

En la actualidad solo queda como testimonio el lavadero de San Francisco, restaurado a principios del siglo XXI por su valor etnográfico.

Financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Ministerio de Economía y Competitividad.

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