Proyecto Bachillerato

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

La Física de Aristóteles (VIII). Eternidad del movimiento. El reposo.

"Aristóteles". José de Ribera, 1637. "Aristóteles". José de Ribera, 1637. El cosmos griego El cosmos griego "Demócrito". José de Ribera, 1615 - 1616. "Demócrito". José de Ribera, 1615 - 1616. Parménides (540-450 a.n.e.) Parménides (540-450 a.n.e.) Empédocles, c. 490 a.n.e. Empédocles, c. 490 a.n.e. "Anaxágoras". Giovanni Battista Tiepolo, s.XVIII "Anaxágoras". Giovanni Battista Tiepolo, s.XVIII

Los tres primeros apartados del libro VIII de la Física están dedicados a la demostración de que el movimiento es eterno y a la refutación de los argumentos de otros pensadores opuestos a esa tesis. Son los necesarios prolegómenos a su teoría del primer motor, objeto central del libro, y a la doctrina de la primacía del movimiento local circular, que lo cierra.

1. La eternidad del movimiento

¿Tuvo origen el movimiento y tendrá final o existe desde siempre y para siempre? Esta es la pregunta inicial que plantea Aristóteles y, siguiendo su costumbre respecto a los temas importantes, antes de responder repasa lo que han dicho los filósofos anteriores acerca de la eternidad del movimiento, del mundo y del tiempo. Ninguno ha negado el movimiento, que se evidencia en la generación y en la destrucción: ni los que creen que hay un número ilimitado de universos, como Demócrito, ni los que creen que solo hay uno y es eterno, como Parménides, ni los que sostienen que es uno, pero se destruye y se genera cíclicamente, como Empédocles.

Solo hay dos maneras, resume Aristóteles, de pensar que haya habido un tiempo sin movimiento alguno: la de Anaxágoras, postulando un reposo absoluto antes de que la Inteligencia pusiera en movimiento las semillas de la mezcla originaria que formará el cosmos, y la de Empédocles, al considerar que los tiempos en que Amor y Odio luchan por la supremacía se alternan con las fases de reposo durante los estados de Unidad o Dispersión.

Aristóteles comienza exponiendo su tesis de que el movimiento es eterno con el siguiente razonamiento: cada tipo de movimiento exige la existencia de cosas que puedan realizarlo, cosas que o son generadas o son eternas. Si son generadas, antes de cualquier movimiento que una cosa ejecute o padezca ha habido un movimiento previo: la generación de esa cosa. Y aplicando ese razonamiento retroactivamente se deduce que siempre hay un movimiento anterior a cualquier movimiento, de donde se infiere que este es eterno.

En el otro supuesto, si las cosas fueran eternas, consideremos la hipótesis de que retrocediendo en la cadena de los movimientos se llegara a que hubo una primera cosa moviente y una primera cosa movida. En consecuencia, antes de ese movimiento inicial solo hubiera podido haber un estado de reposo de todas las cosas, pero así se concluye en una contradicción. En efecto, el reposo es mera privación del movimiento, lo que exigiría que hubiera una causa de tal supuesto reposo originario, o sea, un movimiento anterior al reposo. Y para reforzar su argumento Aristóteles recurre a nuestro conocimiento del cosmos y al testimonio de los sentidos, que nos indican que los seres naturales no se mueven de modos arbitrarios, sino que sus movimientos son ordenados y coordinados; además, las relaciones mutuas de estos seres no son fijas, sino variables según medida; todo lo cual exige la existencia de un tiempo anterior en el que tales coordinaciones y relaciones proporcionales hayan sido generadas.

El estagirita se pregunta: ¿Cómo podría haber “antes” y “después” en un estado sin tiempo? ¿Cómo podría haber tiempo si no hubiera movimiento? Dado que el tiempo es la medida numérica del movimiento la eternidad del tiempo implica la eternidad del movimiento. Atribuye a los filósofos anteriores un consenso general sobre la eternidad del tiempo, salvo Platón, que en el Timeo dice que se genera a la par que los cielos. El tiempo no puede pensarse sin el “ahora” que es a la vez el fin del tiempo pasado y el principio del tiempo futuro; luego la existencia del “ahora” obliga a la existencia de un tiempo anterior y un tiempo posterior, y en consecuencia, así ocurre también con el movimiento.

Del mismo modo que es absurdo pensar la generación del movimiento también lo es pensar su destrucción porque, por un lado, lo móvil al quedar en reposo no pierde su capacidad motriz, por lo que siempre podrá realizar un movimiento posteriormente, y por otro, aquello en lo que se destruyera el movimiento tendría que destruirse a su vez en un tiempo posterior, lo cual no puede hacerse sin movimiento; en consecuencia, es absurdo pensar que el movimiento puede tener un final, luego es eterno.

Rechaza la doctrina de Empédocles, que atribuye la existencia del movimiento durante ambas fases de cada ciclo cósmico -dispersión y unificación- a la necesidad por naturaleza, porque lo hace basándose solamente en la observación de casos particulares, sin señalar ninguna causa. Más errónea aún le parece la postura de Anaxágoras, según la cual un tiempo de movimiento infinito sucede a uno de reposo infinito por la acción de la Inteligencia; pero la Naturaleza es ordenada y orden significa proporción, recalca Aristóteles, y entre ambos infinitos no puede haber proporción.

Para él no vale como causa explicativa de la eternidad del movimiento el principio de Demócrito: las cosas que siempre han sido de una misma manera seguirán siempre siendo así. La validez de esa inferencia, nos dice, se limita a los casos particulares, pero no puede extenderse a lo universal. A raíz de estas críticas a otros filósofos establece un principio: Lo que es por naturaleza tiene un modo de ser invariable o bien su variación está sujeta a razón y proporción.

2. Objeciones y refutaciones

Quienes se oponen a la eternidad del movimiento, resume Aristóteles, aducen estos argumentos: a) Ningún cambio es eterno porque va desde algo hacia algo, que constituyen sus límites; b) Las cosas inanimadas, al no tener en sí mismas el principio de su movimiento, deberían estar siempre en reposo o siempre moviéndose, puesto que el movimiento no puede surgir de la nada; c) En los seres animados se observa que pueden iniciar su movimiento desde el reposo absoluto, luego eso mismo puede pasar en el universo.

Contra el primer argumento afirma que siendo eso cierto para los movimientos particulares, nada impide, sin embargo, que haya un movimiento continuo y eterno. Contra el segundo aduce que lo inanimado puede variar entre los estados de reposo y movimiento en función de la acción o inacción de aquello que lo mueve. Contra el tercero señala que en un ser vivo siempre hay partes en movimiento, aunque sean inobservables, y que algunos de sus movimientos proceden de sí mismo y otros del exterior.

3. Reposo y movimiento como modos de ser

Antes de responder a la pregunta acerca de por qué razón algunas cosas están a veces en movimiento y a veces en reposo Aristóteles va a refutar las tesis de los filósofos anteriores. La de Parménides, que el Uno es inmóvil y lo que es no se mueve, es rechazada por contraria al testimonio de los sentidos y de las ciencias. Contra Heráclito, que afirmaba que todas las cosas está siempre en devenir, manifiesta que ni los cambios cuantitativos ni los cualitativos son necesariamente continuos, sino que pueden producirse a saltos o darse inversiones de dirección, por lo que en consecuencia habrá fases o momentos de reposo; añade, como ejemplo respecto al desplazamiento, que las cosas que están en sus lugares propios no están en movimiento.

Contra la tesis de Anaxágoras –que hay reposo antes de la acción de la Inteligencia y movimiento después, sin haber nunca algo en vaivén del uno al otro- se arguye que eso impide la generación y la destrucción, algo que debe descartarse, pues el movimiento es un cambio desde la destrucción de un estado original hacia la generación de un estado final. Contra la tesis de Empédocles – unas veces todo está en reposo y otras todo está en movimiento- se aduce nuevamente lo ya dicho contra Parménides y contra Heráclito. Y lo mismo argumenta contra la tesis de Platón -las ideas en eterno reposo, las cosas en continuo movimiento- añadiendo que eso va contra el testimonio de los sentidos, que nos muestra que las cosas alternan estados de movimiento y de reposo.

Actividades

  1. Explicar por qué Aristóteles dice que Parménides no niega el movimiento, siendo así que el eléata afirmaba que el Uno es inmóvil.
  2. Describir alguna de las formas en que filósofos anteriores a Aristóteles afirmaban la existencia de un tiempo en que el universo estaba en reposo absoluto.
  3. Exponer por qué, según Aristóteles, es absurdo pensar que haya habido un primer movimiento en el cosmos consistente en que una cosa movió a otra cosa.
  4. Desarrollar la idea aristotélica de que los movimientos del cosmos no son arbitrarios.
  5. Investigar cómo presenta Platón en el Timeo la generación del tiempo.
  6. Exponer la propia opinión sobre si se considera un principio de razón suficiente para explicar algo “que los sucesos de ese tipo hayan ocurrido siempre así”.
  7. Desarrollar un argumento a favor de la primera o la segunda de las objeciones que señala Aristóteles acerca de la eternidad del movimiento.
  8. Relatar algunos ejemplos sobre sí mismo relativos a la tercera objeción recogida por Aristóteles contra la eternidad del movimiento.
  9. Exponer por que la posición de Aristóteles sobre el movimiento está más cerca de la de Heráclito que de la de Anaxágoras.
  10. Exponer en qué sentido la posición de Platón sobre el movimiento está más cerca de la de Anaxágoras que la de Aristóteles.

Para saber más

  • "Aristóteles: la Física", en Historia de la Geometría Griega, Hernández. González, Miguel. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 1992.
  • Física, Aristóteles, Ed. Gredos; véase la introducción de G. de Echandía.
  • Aristóteles, W. D. Ross, Ed. Charcas; véase el capítulo III.
  • El mundo físico de los griegos, Samuel Sambursky, Ed. Alianza.
  • Diccionario Akal de El saber griego, J. Brunschwig y G. Lloyd.