Hijo de boticario, nació en Angers (Francia) en 1754 y murió en el mismo lugar en 1826. Estudió en el Colegio de los Oratorianos al tiempo que realizaba las prácticas de farmacia en la oficina de su padre; participó por entonces en la creación de un jardín botánico en su ciudad natal. Abandonó ésta hacia 1774, con la oposición de sus padres, para continuar sus estudios en París, lo que hizo junto a Hilaire-Martín Rouelle, trabando amistad con Lavoisier. En 1776 ganó la oposición a primer farmacéutico en el hospital de la Salpétrière, puesto desde el que publicó sus primeros trabajos. Al año siguiente, cuando sólo contaba con 24 años de edad, fue contratado por el Real Seminario Patriótico de Vergara para impartir la enseñanza de la química. Emprendió junto con Agustín de Betancourt el estudio de la naturaleza de un barniz que se eliminaba de la seda al cocer ésta con jabón. A su llegada a Vergara, Guipúzcoa, a finales de 1778, Proust se pone de acuerdo con el ingeniero canario para estudiar la naturaleza de ese misterioso baño que recubre los hilos de seda. Ambos estudian por un tiempo sedas crudas provenientes de Valencia, realizando diferentes experimentos. Entre ellos tratar las sedas con alcohol etílico y con agua hirviendo, llegando a la conclusión de que el barniz de la seda es una cola, análoga a la que producen otros animales, cuya utilidad natural es proteger los hilos de seda de la humedad. Proust finaliza los análisis al tener que viajar Betancourt fuera de España.
Los resultados, publicados por Proust en 1791, en los Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia, llevan por título Experiencias sobre el descrudar la seda sin xabón y en ellas se recoge esta insólita colaboración entre uno de los mayores químicos de todos los tiempos y el ingeniero-artista Agustín de Betancourt.