La vegetación y el paisaje
Los vegetales de una región botánica tienen un aspecto particular que llama la atención a primera vista. Este carácter local se hace notar, tanto si uno fija la atención en el conjunto de las especies como si las examina por separado. Consiste mucho más en la proporción numérica de ciertas familias de plantas y en el grado de frecuencia de tal o cual especie que en la ausencia o presencia de ciertos géneros, pues las masas de vegetación que cubren el suelo en un espacio dado forman el carácter distintivo del paisaje. Este carácter, que se presenta bajo diversos aspectos, cuando se observa la distribución fitostática de las especies desde el punto de vista de su sociabilidad, no podría deducirse del estudio de los catálogos ni de la inspección de los herbarios; su fisonomía solamente puede captarse sobre el terreno.
En las Islas Canarias un gran número de géneros sólo se hallan representados por una o dos especies, cuyo grado de frecuencia multiplica sobre vastos espacios esta diversidad de formas que la abundancia de especies del mismo género no podría producir. La relación de las especies con los géneros correspondientes es, por tanto, una de las condiciones esenciales del carácter de la vegetación de un territorio.
[…] Pero hay otras consideraciones a las que prestar atención en la investigación de las causas que motivan, en cada clima, estos variados aspectos, estas diferentes características del paisaje que los botánicos viajeros deberían dedicarse a reproducir mediante el dibujo, cuando los recursos de la lengua, su ductilidad y su genio, junto a los informes científicos, no bastan para describirlas. Son las formas individuales, es decir, el porte, la sociabilidad de los vegetales, la armoniosa combinación del follaje, tanto si las especies se hallan reunidas en un solo grupo como si especies distintas se encuentran mezcladas; en este segundo caso, estas combinaciones sin disparidad, estos contrastes que complacen a los ojos, dan al territorio una fisonomía que sólo a él le pertenece.
Sabin Berthelot, Géographie Botanique (1840)
Traducción de Sergio Toledo Prats