El cráter del Teide
La masa completa del Teide se eleva a 3.030 pies por encima de la llanura de Las Cañadas. La altura relativa del pico, a partir de La Rambleta, es de 438 pies. El cráter de la cima tiene de 200 a 300 pies de diámetro y hemos calculado su profundidad, por su parte más alta, en unos 125 pies. Su forma es elíptica y sus bordes están como erosionados, sobre todo hacia el suroeste. El lado occidental es el más alto.
Las rocas que rodean el cráter permiten ver la sustancia que lo compone. Es una traquita gris o amarillenta que, por su descomposición tiene un color más o menos ocre. Está llena de pequeños agujeros y esparcida de cristales de riacolita. El señor von Buch cree que forma capas que se hunden del noreste al sureste. En el fondo del cráter, la roca está completamente descompuesta por los vapores calientes que se escapan de esta solfatara y se funde en una sustancia húmeda, pastosa y rojiza, en la que se observa una eflorescencia de azufre cristalizado; en algunos lugares es blanca y menos pastosa. No quema y puedes modelarse con las manos, pero se endurece tan pronto como los vapores dejan de humedecerla. La capa parece tener poco espesor, pues cuando se hunde en ella un bastón, enseguida se encuentra el vacío; entonces se le retira húmedo y humeante, como si se le hubiese hundido en una caldera de agua hirviendo; en los lugares donde la capa es más espesa y más blanda, sale cubierto de una costra sulfurosa.
De esta solfatara se escapan con intermitencia espesos vapores, especialmente por las numerosas grietas que se han abierto en el interior o en los bordes del cráter, que están acompañados de ruidos sordos. Las paredes de esas grietas están cubiertas de azufre cristalizado en forma de aguja; el ancho de esas pequeñas hendiduras varía desde una hasta seis pulgadas de diámetro. Según el señor Cordier, estos vapores se componen de azufre y de un agua completamente límpida. No contienen ni ácido sulfúrico, ni sosa, ni hidrógeno. Además, este geólogo ha observado que, al lado del azufre, se forman costras delgadas de ópalo. El exterior del pico está completamente cubierto de piedra pómez que, probablemente, fue lanzada por su cráter. Es muy blanca y contienen muchos cristales de riacolita.
Sabin Berthelot, Historia natural de las Islas Canarias, Geografía descriptiva (1839)
Traducción de José Antonio Delgado Luis