La agricultura
En suma, la agricultura es una de las más importantes fuentes de riqueza de las Islas, aunque sus habitantes se hallan, como hemos visto, muy por detrás de la mayoría de los pueblos de Europa, debido a su indolencia congénita y a su falta de iniciativa, sobre todo en el caso de las dos islas más orientales y de las más pequeñas. Entre las causas principales del miserable estado en que se encuentra, podemos citar: la carencia absoluta de buenos caminos y carreteras, lo cual dificulta mucho la comunicación de los pueblos entre sí; el mal uso de las fuentes existentes en lo que respecta a una implantación generalizada del riego artificial allí donde las circunstancias del lugar lo permitan; la excesiva cría de cabras que, en la mayoría de las islas, supone un gran perjuicio para la vegetación, unida al descuido existente en vallar las fincas; la exigua duración de los pocos arriendos existentes y la interminable división de la propiedad de los fundos mediante la entrega de pequeñas parcelas de las tierras de cultivo a distintos medianeros, así como la completa dependencia en que se mantiene a esta desgraciada gente; la relativa tendencia a la emigración, que priva a las Islas de mucha mano de obra útil, y los elevados jornales que dicha emigración trae como consecuencia; la inalienabilidad de la propiedad de los fundos, la cual se encuentra mayormente en manos muertas; y finalmente las enorme cargas que gravan por doquier las tierras de cultivo en beneficio de mayorazgos, conventos, hermandades religiosas y fundaciones piadosas, además de la mala repartición del dinero eclesiástico. Asimismo han contribuido mucho a perjudicar el estado de la agricultura todas las imperfecciones derivadas de la condición política y eclesiástica de las Islas, así como los prejuicios profundamente arraigados en el pueblo llano contra cualquier tipo de mejora en los métodos y procesos agrícolas.
Francis Coleman Mac-Gregor, Las Islas Canarias (1831)
Traducción de José Juan Batista