Médicos que promocionaron el turismo de salud en Canarias.

Hubo varias figuras clave en el campo de la medicina en la época que estamos tratando que sirvieron como avales de las buenas condiciones climáticas de las Canarias con vistas al tratamiento de enfermedades pulmonares y respiratorias, fundamentalmente la tuberculosis.


El primero de ellos fue James Clark (1788-1870) que visitó Tenerife en los años veinte del siglo XIX y que publica una tercera edición de su libro The Sanative Influence of Climate en 1841 donde incorpora tablas de registros de temperatura referidas a Puerto de la Cruz. Otro médico que estudió la climatoterapia en las islas fue William W. Cooper, de la misma época que Clark.

También fueron promocionadas las buenas condiciones climáticas de Tenerife —Santa Cruz y Puerto de la Cruz— por William R. W. Wilde, padre del escritor Oscar Wilde, que consideraba Canarias, junto con Madeira, un lugar privilegiado como health resort. Lo mismo ocurrió con el político conservador francés Gabriel Belcastel, que si bien no era médico, se trasladó a Canarias con su hija para curarle una enfermedad bronquial, algo que tuvo muy buenos resultados. En su obra Les Iles Canaries et la Vallée d’Orotava au point du vue hygienque, publicada en París en 1861 (luego publicó una versión española en 1862), considera que el clima del Valle de La Orotava es el mejor del mundo. Esta significativa obra se puede leer en francés y en español en la biblioteca digital.

Algo más adelante en el tiempo un médico proveniente de la Universidad de Edimburgo, llamado William Marcet, viajaría a Tenerife en 1878 y haría el primer estudio del clima de las Cañadas con fines terapéuticos, en un momento donde estaba en auge la indagación de los lugares de altitudes superiores a 2.500 metros debido a sus propiedades antisépticas. Destacó el papel de los vientos alisios en la isla y el buen clima general de lugares como Puerto de la Cruz con vistas a la curación de enfermedades respiratorias.

Poco después, en 1887, y al hilo de una evaluación del Sanatorium del Orotava Gran Hotel, los médicos ingleses Thomas S. Wells y Ernest Hart consideraron que Puerto de la Cruz era el mejor centro de salud del sur de Europa. Los artículos de Hart en la British Medical Journal, y su subsiguiente libro A Winter Trip to the Fortunate Island, “despertaría un auténtico entusiasmo en todos aquellos turistas invalids que creyeron ver en Tenerife el descubrimiento de un nuevo paraíso. Ernest Hart fue sin duda el doctor inglés que realmente estableció la fama del Valle de La Orotava en Inglaterra.” (Op. Cit., pág. 115).

En nuestra biblioteca digital se encuentran obras como la del médico inglés Edward P. Thurstan The Canaries for Consumptives de 1889 que hace hincapié en las excelentes condiciones climáticas de Tenerife —sobre todo del Sanatorium de La Orotava— y de Gran Canaria para la cura de enfermos tísicos; muy influido en la descripción de las islas por Olivia Stone. Otro médico inglés, Douglas Mordey, recomienda en estos años Gran Canaria como centro privilegiado de salud en su Gran Canary as a health resort for consumpitves and others, terciando en el pleito insular.


También el caso de George W. Strettell es curioso, pues como en su día Bescastel, escribe su experiencia personal con su esposa enferma en su Personal expiences of the Islands as a health resort (1890). Strettell recomienda Tenerife para enfermos ingleses e intenta aclarar errores y falsos mitos acerca de las Canarias, donde se instalaría a vivir el resto de su vida.

Pero no hay que olvidar que, asimismo, médicos del lugar también contribuyeron a popularizar las islas como centros de salud, uno de los más conocidos el tinerfeño Tomás Zerolo, del que se puede leer un pequeño e interesante trabajo, de los varios que editó, que lleva por título Orotava-Vilaflor. Estaciones sanitarias de Tenerife; un discurso ante la Academia Médido-Quirúrgica de Canarias del año 1884.