La Pandorga en Santa Cruz
La Pandorga, fiestas de Santa Cruz
Hay, sin embargo, muchas diversiones peculiares de la isla, entre las cuales la pandorga es una de las más originales. Se trata de un cortejo con luces que atraviesa las principales calles de la población. Cuando se hace bien, como a veces ocurre, y se cuenta con un cielo brillante sin luna y un grupo de más de 200 personas, el espectáculo es muy agradable. En dicho desfile pueden participar tantas personas como quieran. Todas van uniformemente vestidas con pantalón y camisa blancos, que contrariamente a su uso habitual, cuelgan por fuera de las otras prendas de vestir. La mayoría lleva faroles de papel, con velas encendidas en sus extremos; van atadas, a igual distancia, a largas sogas, formando dos filas que marchan a cada lado de la calle, conservando siempre el centro libre de espectadores. Ese espacio en medio es ocupado por los que van vestidos con trajes blancos, soportando inmensas figuras, hechas de papel blanco, sobre un esqueleto de caña que representa a unos feos gigantes, tan altos como los tejados.
Junto a ellos hay representaciones, también grandes, de todas las cosas imaginables de la naturaleza: el sol, la luna, las estrellas, camellos, burros, gansos y patos; en resumen, una completa arca de Noé. Van caminando con una luz en su interior, calle abajo, con enorme rapidez; cada figura es llevada por la cantidad de personas necesarias, según el tamaño y peso de la carga. Tiene un agujero en la parte trasera que permite la entrada de quien la lleva y, en el caso de las figuras de animales, a cada lado de la cintura cuelga una pata blanca rellena, lo que permite usar las piernas propias ejecutando diversas cabriolas y movimientos propios de la figura representada, así que la multitud puede ser testigo de su agilidad. También llevan un casco con un farolillo en la cabeza, a modo de gorro, y en la mano una larga vara que le sirve como lanza cuando en el grupo, a caballo o en burro, tiene lugar un torneo. Al avanzar a través de las calles el grupo se detiene para celebrar un cotillón, acompañado por una banda de música.
Elizabeth Murray, Recuerdos de Gran Canaria y Tenerife, 1859
Traducción de José Luis García Pérez