Luto en La Palma
Debo mencionar aquí que si muere una persona que sea pariente, incluso remotamente, de alguna familia, ésta se ve obligada a guardar luto. Esto, para nosotros, no significaría lo que significa aquí. En las Canarias se suspenden los actos de hospitalidad y los que están de luto ni hacen ni reciben visitas y tampoco salen. Las mujeres de la familia aceptan esta obligación hasta tal punto que sufren, tanto mental como físicamente, a causa del encierro. El resultado inmediato para nosotros fue que no nos pudieron recibir en la ciudad, ya que varios de los residentes no podían hacer gala de su hospitalidad porque estaban de luto. Se entendería, por supuesto, si fueran parientes cercanos, pero cuando el parentesco es distante parece una costumbre bastante inútil. Debe haber mucha hipocresía en esto porque la gente no puede aparentar que siente una pena inmensa por aquellos a quienes quizás nunca han visto. Hay que lamentar cualquier costumbre que obligue a las personas a permanecer en su casa, ya que debilita el sistema nervioso y mina la salud en general.
Algunas de las mejores familias han empezado a atacar esta costumbre. Los que han sido educados en Inglaterra han visto que no sentimos menos aflicción por la pérdida de nuestros seres queridos porque salgamos y cumplamos con nuestros deberes y nuestro trabajo en la vida, ya que no nos parece que sirva de nada encerrarnos entre cuatro paredes. Pero de todos es sabido que las costumbres relacionadas con el matrimonio o con los muertos son las más arraigadas y las más difíciles de cambiar en cualquier país. Son ellas las que brindan pistas sobre el origen de un pueblo cuyo pasado remoto es desconocido.
Olivia Stone, Tenerife y sus seis satélites (1887)
Traducción de Juan Amador Bedford