Punta de Teno
Cuando uno se aproxima a la punta de Teno, la resaca se hace sentir con una violencia extraordinaria. Los estratos de lava, superpuestos sucesivamente, se elevan dispuestos en gradas a lo largo de la orilla; más allá la costa se eleva de repente en prismas basálticos, cuyo yacimiento es realmente extraordinario. Por su disposición vertical, estos grandes bloques, dispuestos en columnas de cinco lienzos, están estrechamente unidos entre sí y sostienen el macizo del litoral. Todas las cimas de estas columnas alcanzan una misma altura y, por su nivelación, forman una especie de adoquín monstruoso que recuerda el famoso bajío de Los Gigantes de la costa de Irlanda.
Aunque el mar haya socavado la base de estos acantilados hasta una profundidad bastante considerable y bata con impetuosidad contra ellos, la unión de las columnas es tal que algunas han cedido a las conmociones del suelo sin que se hayan quebrado las de los alrededores. Esto ha dado como resultado unos agujeros de una hondura igual al macizo que atraviesan, y que producen esos enormes sifones que se han designado tan bien con el nombre de Bufaderos. Cuando está muy agitado, el mar penetra en las cuevas que ha abierto en la orilla, el aire se escapa por los huecos que encuentra y una masa de agua surge de repente en columna y se eleva a más de cien pies. Entonces, en los días de tempestad se puede gozar de un espectáculo imponente; el océano furioso parece socavar la isla en sus cimientos, los golpes redoblados de la resaca sacuden toda la costa y los Bufaderos lanzan sus trombas de agua en los aires.
El recinto de Teno forma parte del marquesado de Celada; este pequeño valle, rodeado de altas montañas, sólo está abierto hacia el mar y abarca el espacio comprendido desde la punta de la Aguja hasta el cabo más occidental, la Punta de Teno. La cordillera, cuya prolongación forma el último saliente de la isla, es notable por las rocas agudas que erizan sus cimas; el lugar llamado El Risco está formado por una fuerte depresión. Los habitantes del paraje de Teno no temen franquear ese paso peligroso, a pesar de los precipicios que lo rodean. Este pasaje conduce al pequeño valle de Bujamé y facilita la comunicación con las comarcas del noroeste.
Sabin Berthelot, Historia natural de las Islas Canarias, Geografía descriptiva (1839)
Traducción de José Antonio Delgado Luis