La emigración y los indianos
La Habana se ha convertido para los isleños en una mina inagotable que explotan con tesón. Desde hace una veintena de años, la emigración hacia esta tierra de predilección, el único objetivo de sus deseos y la meta de todos sus sueños, va siempre en aumento. Esta hermosa colonia es ahora su único recurso. Conocen los medios de ganar allí dinero mejor que nadie. Apenas llegan, con la bolsa vacía pero con el corazón lleno de esperanza y de buenos deseos, su reputación de honradez y su actividad bien conocida, hacen que enseguida encuentren trabajo. Llevados por un instinto comercial y una perseverancia a toda prueba, se les ve pasar en poco tiempo de sirvientes a señores, situarse en posiciones muy ventajosas, dirigir establecimientos agrícolas o bien dedicarse a grandes especulaciones. Pero, entonces, cuando llegan a enriquecerse, les ataca la nostalgia, quieren volver a ver esas islas que abandonaron en la pobreza, a esos parientes que nunca olvidan en su opulencia, y esta nostalgia los conduce de nuevo a su tierra natal.
[…] Sobre cien isleños que van a buscar fortuna a La Habana. Muchos perecen víctimas del clima, un cierto número se establece allí definitivamente y otros regresan al país. Entre los últimos, algunos se contentan con volver después de haber realizado unos pequeños ahorros; es verdad que estos vuelven a la carga cuando sus fondos se han agotado. Estas repatriaciones, repetidas con frecuencia, tienen una gran importancia en el conjunto de beneficios que los canarios obtienen de la isla de Cuba; la moneda en circulación proviene en gran parte de las relaciones que señalamos; si estas relaciones dejan de existir, las Islas Canarias no encontrarían ninguna compensación equivalente, todas las capas de la sociedad se resentirían de su pérdida y la miseria alcanzaría su máximo grado.
El regreso de un buque de La Habana es siempre considerado en Tenerife como un feliz acontecimiento. […] Esos emigrantes, en el momento de su salida, eran los pobres Isleños; hoy en día son los Indianos y en el futuro estarán clasificados entre los hombres afortunados que han adquirido sus riquezas en las Indias Occidentales. Vueltos a sus hogares y reunidos con sus compatriotas, siempre se los distinguirá; es verdad que todo hace que se les reconozca; llevan el traje colonial, fuman constantemente su puro, no caminan sino con un bastón con una empuñadura de oro y se dan aires de importancia. Pero poco a poco esas maneras extranjeras desaparecen, compran tierras y vuelven a tomar el andar del país.
Sabin Berthelot, Historia natural de las Islas Canarias, Geografía descriptiva (1839)
Traducción de José Antonio Delgado Luis