Excursión
El día 23 por la mañana salimos para el otro lado de la isla. Una vez que uno asciende la árida ladera escarpada junto a la ciudad, se inicia una suave y agradable pendiente. Vimos casas de campo que nos atraían con sus ricos jardines frutales, grupos de castaños y palmeras solitarias alrededor de los campos de cultivo y al fondo las ascendentes lomas cubiertas de bosque hasta la Cumbre, que configuran Buenavista como uno de los paisajes más admirables de las Islas.
La familia Massieu salió para invitarnos a cenar. Prometimos ir a saludarlos en el camino de vuelta. Pasamos por delante de varias casas de campo, costosos muros ajardinados, alamedas de castaños y ciruelos. Llegamos al pie de la montaña y a los bosques por algunos barranquillos y ascendimos bruscamente entre castaños, y luego entre fayas y viñátigos. El camino serpentea en un zigzag empinado entre laureles umbrosos y sobre rocas cubiertas de hierba con un aspecto más nórdico de lo habitual. Atravesamos un bosque de brezos [Erica] colosales, vimos Perado [acebiño, Ilex canariensis] entre la niebla.
Nos sentimos alegres y con agradables recuerdos marchamos hacia la Cumbre Nueva, donde aparece, por contraste, otro paisaje que nos recuerda la naturaleza volcánica y seca de las Islas. A nuestros pies se encuentra un gran circo rocoso, hacia la izquierda el volcán de Tacande, con sus largas coladas de lava, que llegaron al mar y cubrieron Fuente Santa [error de Smith], hacia la derecha una abertura y el camino mejor transitable hacia abajo, hacia la famosa Caldera de Taburiente, objetivo de nuestra caminata.
Es un lugar casi inaccesible, elogiado por sus múltiples maravillas, donde los guanches [benahoaritas] encontraron refugio seguro y de donde Alonso de Lugo sólo consiguió sacarlos con traicioneras promesas. Todo parece negro y seco, el pino es el único árbol en las montañas y hay brezo hacia la Cumbre. Abajo, en el circo rocoso hay grandes llanuras arenosas.
Christen Smith, Diario del viaje a las Islas Canarias (1815)
Traducción de Cristina Hansen