La Geología rompe con la Biblia
Hacia 1830 geólogos como Charles Lyell y George Scrope, en base a sus estudios sobre los procesos de erosión y sedimentación estaban convencidos de que la escala del tiempo geológico era enormemente superior a la escala de los tiempos históricos. Lyell, por ejemplo, calculó que sólo la formación del delta del río Mississipi exigía medio millón de años. Aunque su prudencia le hizo no dar cifras concretas públicamente, sabemos por sus manuscritos que estimaba la edad del globo entre 100 y 200 millones de años. Su amigo Charles Darwin, en El origen de las especies, basándose en la denudación de los terrenos cretácicos del sureste de Inglaterra, concluyó que sólo ese proceso había durado al menos 300 millones de años. Poco después, el geólogo John Phillips, en base a la sedimentación en la cuenca del río Ganges, calculó que la formación de la corteza terrestre requería entre 38 y 96 millones de años.
Estos cálculos generaron la oposición de los jerarcas religiosos más conservadores, pero también de una parte de la comunidad científica. El crítico más destacado fue el físico William Thomson, lord Kelvin. En un artículo de 1862, Sobre la edad del calor del Sol, basándose en los datos estimados sobre la masa y temperatura del Sol, en los principios de la termodinámica y en la conversión en calor de la energía de los meteoritos que habían chocado contra él, calculó su edad entre diez millones de años como mínimo y cien millones como máximo. Kelvin se basaba en un trabajo del físico alemán Helmholtz en 1856, que había calculado que al Sol le llevaría entre 22 y 24 millones de años adquirir su volumen y temperatura actual a partir de una nebulosa de gas y polvo, considerando el calor como efecto de la contracción gravitatoria.
Kelvin, en un artículo de 1863, Sobre el enfriamiento secular de la Tierra, estudiando este fenómeno a partir de la estimación de la temperatura interna del planeta y la conductividad del calor en las rocas, calculó que el planeta tenía unos 98 millones de años; aunque la incertidumbre sobre ciertos datos le obligaban a aceptar como límites inferior y superior 20 y 400 millones de años. En otro artículo de 1868, Sobre el tiempo geológico, donde atacaba el uniformismo tal como había sido expuesto por John Playfair en su Ilustraciones sobre la teoría de Hutton, Kelvin presentó un tercer tipo de argumentación, basado en que la fricción de las mareas debía retrasar la velocidad de rotación de la Tierra, lo que a su juicio implicaba un límite superior para la solidificación de la corteza terrestre. Un amigo suyo, Peter Tait realizó los cálculos sobre el retardo debido a las mareas, que daban para el globo una edad inferior a los 10 millones de años, lo que era totalmente inaceptable para los geólogos.
Tales cálculos preocuparon mucho a Darwin, que necesitaba un período de tiempo superior al que Kelvin estimaba desde el Cámbrico, unos 60 millones de años, para que su teoría evolucionista tuviera plausibilidad. Es posible que la necesidad de acortar los tiempos necesarios para la evolución fuera uno de los factores que aproximó a Darwin al lamarckismo en sus últimos años. Thomas Huxley, el ferviente defensor del darwinismo salió a la palestra para criticar los amplios márgenes de variación de los cálculos de Kelvin, que a su juicio les restaban toda credibilidad. Por su parte, en base a las extinciones de floras y faunas, Lyell consideraba que había que darle al inicio del Cámbrico una antigüedad mínima de 240 millones de años.