Ideas geológicas generales
Fue René Descartes quien en su obra de 1644 Los principios de la filosofía expuso la primera teoría de la Tierra en la Edad Moderna, basada en sus leyes mecanicistas del movimiento de la materia, que concibe formada por partículas de tres elementos -fuego, aire, tierra- que difieren por su tamaño y velocidad. Su choque continuo fue generando tres tipos de cuerpos cósmicos diversos: estrellas, cielos, planetas. La hipótesis inicial es que la Tierra fue una estrella que se ha ido enfriando y siendo atraída por el Sol, aunque conserva un núcleo central de fuego. A partir de ahí mediante razonamientos mecanicistas explica la formación de varias zonas concéntricas de distinta constitución en torno al núcleo, incluyendo la corteza terrestre, debido a los efectos combinados del movimiento, la gravedad, la luz y el calor. Luego describe la formación de los accidentes de la superficie: montes, suelo, mares, atmósfera.
Entre las primeras obras sobre geología de la Edad Moderna encontramos algunas muy imaginativas, como el Mundus subterraneus (1665) del jesuita Athanasius Kircher, que suponía la existencia de un gran fuego central rodeado de cavidades llenas de aire, agua y fuego; otras obras más empíricas, como el De solido intra solidum naturaliter contento (1667), del danés Niels Stensen(1), que postulaba que las montañas y valles se formaban mediante el hundimiento de estratos, y muchas basadas en los textos bíblicos sobre la creación del mundo, como la Telluris theoria sacra (1684) de Thomas Burnett, que adjudicaban al diluvio un papel fundamental en la conformación de la Tierra, idea que había puesto en circulación el español González de Salas en 1644.
A finales del siglo XVII Gottfried Leibniz escribió Protoagea, donde expuso su teoría de la Tierra. Considera que en origen fue una masa luminosa y ardiente, cuyo enfriamiento gradual configuró la corteza terrestre, que luego quedó totalmente sumergida bajo el océano formado por la licuefacción de los vapores que se fueron depositando. Atribuye el aspecto actual del planeta a ese doble origen ígneo y acuoso. Leibniz, que había estudiado durante años los recursos naturales del macizo del Harz, quiso darle un sesgo más empírico a la Geografía Natural, como él llamaba a la Geología, defendiendo que las deducciones producto de hipótesis especulativas debían probarse con hechos comprobables como resultado de estudios de campo. Realizó descripciones estratigráficas acompañadas de su interpretación sedimentaria y abogó a favor del origen orgánico de los fósiles, que algunos autores aún consideraban como curiosidades minerales.
La organización de la enseñanza de la geología como ciencia se debe a Abraham Gottlob Werner (1749-1817), minerólogo profesor de la Escuela de Minería de Freiburg. Su principal teoría, que fue denominada neptunismo, consideraba que todas las formaciones geológicas se habían originado bajo el océano universal primigenio y sostenía que las que eran semejantes se habían formado en todo el planeta al mismo tiempo. Según su punto de vista la Tierra era una masa incandescente que se había enfriado lentamente. Sustituyó la clasificación usual de las rocas en primitivas y secundarias, diferenciando entre primitivas, estratificadas, volcánicas y sedimentarias. Su obra Kurze Klassification und Beschreibung der verschiedenen Gebirgsarten (1787) ejerció gran influencia en toda Europa.
En 1788 el médico y naturalista escocés James Hutton (1726-1798) propuso una perspectiva muy distinta en su Theory of the Earth (1788), que sería conocida como plutonismo. El calor interno de la Tierra produce la consolidación de los sedimentos, la inyección de granito fundido formando diques y su posterior elevación, dando lugar al relieve terrestre. El ciclo se completa con la erosión de las montañas y el acarreo de los sedimentos al mar. Este proceso se repite de forma indefinida, adjudicando al planeta una antigüedad insondable. Debido a lo enrevesado de su escritura esta obra tuvo escasa influencia hasta que su amigo, el matemático y geólogo John Playfair, publicó Illustrations of the Huttonian theory (1802) para divulgar su pensamiento.
Una de las principales controversias entre neptunistas y plutonistas giró en torno al origen de los basaltos, pues Werner los consideraba productos de la precipitación química de sedimentos, mientras que Hutton afirmaba su carácter ígneo. Como el primero restringía la actividad volcánica a períodos geológicos recientes explicaba las lavas basálticas como resultado de la fusión del precipitado basáltico por combustión de estratos de carbón subyacentes. Una postura diferente fue la del geógrafo y geólogo francés Auguste Desmarest (1725-1815), quien basándose en sus estudios sobre el vulcanismo antiguo de la Auvernia sostuvo que los basaltos eran producto de la actividad volcánica.
(1) Latinizado como Nicolás Steno.