Gran Canaria
La isla de Gran Canaria tiene una forma aproximadamente circular. Ambos diámetros, de norte a sur y de este a oeste, son casi de las mismas dimensiones, equivalentes a unas 25 millas terrestres. La zona mayor cubre, excluyendo La Isleta, 434’5 millas cuadradas terrestres. Esta pequeña península mide 2’6 millas cuadradas terrestres, mientras que otras 118’1 millas cuadradas forman una región montañosa de 4.000 a 6.000 pies de altitud, que no se levanta en el centro de la isla, sino más hacia el oeste y por lo tanto no es tan cuadrada o circular como esta, de modo que su longitud de norte a sur es igual a 1 ¼ veces su anchura.
Los acantilados más escarpados rodean la mitad oeste de la isla y se encuentran sobre las costas oeste, noroeste y suroeste, mientras que llanuras de suave pendiente forman las costas de la otra mitad. Gran Canaria no presenta perfiles muy abruptos, sino que parece una cúpula plana, con pendientes de una inclinación entre 6º y 8º. La masa montañosa de su contorno general se halla cortada por un gran número de cauces (barrancos), que se dispersan como los radios de una rueda en todas direcciones desde el centro de la isla. Algunos de esos perfiles presentan solamente gargantas o barrancos que desaguan por un único cauce, otros valles desaguan por un sistema de cauces, uno de los cuales forma un valle de considerables dimensiones en forma de caldera.
Después de estas pocas líneas sobre las características generales que ya hemos descrito al principio intentaremos mostrar de qué manera pensamos que debe comprenderse la estructura interna de esta isla. Durante el breve tiempo empleado en la investigación sólo pudimos explorar su mitad oriental, sin poder alcanzar en la mayoría de los casos las líneas de unión entre las diferentes formaciones. Respecto a aquellas partes que no pudimos ver por nosotros mismos nos acogemos a la descripción de von Buch y a la de Webb y Berthelot para elaborar el siguiente sistema, que sigue siendo, a pesar de todo, bastante hipotético todavía.
De las formaciones visibles la inferior consiste claramente en roca verde (greenstone) y rocas traquíticas, habiendo sido comparada ya con la formación inferior de Lanzarote y de Fuerteventura.
La anterior va seguida por una segunda formación constituida mayormente por rocas basálticas, entre las cuales se entreveran lavas traquíticas o traquibasálticas.
La cima de la altiplanicie, La Cumbre, se halla cubierta claramente por lavas traquíticas, que cubren el sistema precedente después de haberlo atravesado.
Estas traquitas se encuentran también perforadas por lavas basálticas, formando los productos más recientes de la actividad volcánica de la isla y se encuentran en las costas este, nordeste y norte.
Pertenecen a la formación inferior:
- Lavas traquíticas en estratos o vetas, a veces muy descompuestas o formando tobas arcillosas.
- Pórfidos.
- Roca verde, la mayor parte en esquistos.
- Cantoblanco (tuf ponceux), toba de un blanco amarillento que contiene pedazos parecidos a corcho de piedra pómez con impurezas (o de una sustancia pumítica que flota en el agua).
Esta formación llega tan lejos cuanto se alcanza a ver, hasta el punto más alto de la Caldera de Tirajana, donde se eleva hasta entre 3.000 y 4.000 pies (o cerca de los 4.000 pies). Webb y Berthelot observaron probablemente la misma formación en aquellas partes del valle de Tejeda por donde el cauce escapa hacia las planicies de la Aldea de San Nicolás, entre las abruptas paredes de la Cueva del Mediodía y la Fuente Blanca, que forman un estrecho desfiladero. La descripción que los autores dan de las rocas de dicha tonalidad indica que deben pertenecer a una formación fuertemente conectada a la del fondo de la Caldera de Tirajana. En muchísimos casos directamente afirman que exactamente cierta variedad de la misma roca se encuentra en ambas localidades y que además se la encuentra en la costa cerca de Las Palmas y de Telde.
Von Buch menciona una roca semejante a gneiss o a otra roca primitiva que parece hallarse en esquistos y es completamente distinta de las rocas producidas por efectos volcánicos (vulkanische Wirkungen). Es un feldespato marrón muy brillante, de grano pequeño y fino, con muchas columnas pequeñas y oscuras de hornblenda. Esta roca se halla en el fondo de la Caldera entre Santa Lucía y San Bartolomé y continúa hasta este último lugar, desde donde va desapareciendo hacia arriba y a lo lejos en la traquita. Webb y Berthelot repiten lo mismo. Denominan diferentes variedades de esta roca como leptinita gneisiforme y granitiforme, añadiendo que contiene una gran cantidad de oligisto ferroso. Encontraron la misma roca cerca de Risco Blanco, en la pared oeste de Tirajana, pero sin carácter granitiforme, formando una leptinita masiva que pronto desaparece entre las traquitas.
No hemos encontrado esas rocas en las susodichas localidades, pero encontramos un tipo de roca verde, que en muchos casos –en la mayoría, quizá- se halla en esquistos y que parece estar estrechamente relacionada con las mencionadas rocas. Podría tomárselas por fonolitas, pero forman rocas que en todos los casos son más bien traquíticas que basálticas. La mayor parte de ellas pueden considerarse como verdaderos tipos de roca verde, que de alguna manera se asemejan a la roca verde de Fuerteventura y La Palma, excepto por su estructura en esquistos. Las hemos observado en las siguientes localidades:
1) Los alrededores de la ciudad de Las Palmas consisten en:
La toba pumítica llamada cantoblanco.
Un conglomerado de guijarros redondeados de distintos tamaños denominado “almendrado”, que contiene conchas fósiles y alcanza una altitud de unos 1.100 pies y hasta una distancia de tres millas de la costa.
Lavas basálticas, que a menudo forman bellos estratos columnares entremezclándose en el conglomerado.
El depósito calcáreo superficial que en Porto Santo, Madeira, llaman “lagenhas de cal” y que hemos descrito cuando tratamos esa isla.
Una gran mayoría de las rocas que forman este conglomerado están constituidas por esa roca verde, mientras que las restantes son traquíticas. Vimos en la carretera de Tafira un pedrusco de roca verde de siete pies de diámetro y no eran infrecuentes los de tres y cuatro pies. Pero aparte de esas rocas sueltas encontramos roca verde “in situ” sólo en una localidad llamada Los Tanques, situada a escasa distancia de Las Palmas. Ahí se presenta como una veta masiva de roca inyectada, que avanza desde el nordeste hacia el sudeste, y asociada con el cantoblanco. Pero la sección no es muy profunda y sólo una pequeña porción en lo alto de la veta masiva resulta visible, encima del lecho seco de un arroyuelo o curso de agua.
2) Si dejamos la ciudad de las Palmas en dirección a Telde nos tropezamos con numerosos estratos de roca verde, que se hallan asociados al cantoblanco antes mencionado. Esta roca no es esquistosa, pero se presenta en múltiples estratos masivos de considerable espesor (de 100 a 200’), y aparece primeramente no lejos del sur de Las Palmas, por debajo del castillo de Santa Isabel. Sube hasta muy arriba en el barranco de lajas o Salto del Negro y se va espaciando otra vez de forma gradual según se eleva, hasta desaparecer completamente hacia Telde, bajo la última (y más nueva) formación basáltica (IV), de la que hablaremos más adelante. Allí observamos la siguiente sección, empezando desde la superficie del mar:
- Roca verde masiva
- Toba rojo oscuro encima
- Roca verde
- Basalto columnar (última formación basáltica, IV)
- Almendrado, o conglomerado de guijarros
- “Lagenhas de cal”, depósito superficial calcáreo
Estas rocas han sido pulidas por la acción del oleaje hasta la altura de los basaltos, hasta los 300 y 400 pies, en la época en que la isla se fue levantando gradualmente.
Desde donde estas rocas desaparecen bajo los basaltos de la última formación (IV), en las cercanías de Telde, hasta las llanuras a través de las cuales fluye el barranco de Tirajana, un poco al norte de Juan Grande, no volvimos a ver más esas rocas. Toda la superficie se halla ocupada por los basaltos, tan completamente que pronto algunas planicies quedaron cubiertas por un detritus formado por rocas basálticas redondeadas.
3) Las planicies de suave pendiente cercanas a la desembocadura del Tirajana se hallan también cubiertas por guijarros de la bien conocida roca verde y por una gran variedad de rocas traquíticas, todas ellas pertenecientes a la formación más baja visible (I), que se ven mezcladas ocasionalmente aquí y allá con unos pocos guijarros basálticos. Pasado Juan Grande pronto fuimos a dar con la roca verde in situ, que forma rocas masivas en esquistos. Los bordes de esta roca verde pizarrosa emergen directamente del suelo. La misma roca continúa a lo largo de las inclinadas llanuras de la formación costera hasta Maspalomas, en la costa sur; y prosigue desde ahí hacia arriba por el barranco de Fataga, que conduce hacia la Caldera de Tirajana, donde forma estratos de 100 a 150 pies de espesor, e incluso más. Estos estratos son todos de esquistos y a la vez se hallan divididos por junturas desnudas, de tal modo que pueden tomarse desde lejos por estratos columnares de series basálticas.
En un lugar del barranco llamado Tanquillo de Piedras Caídas vimos pórfidos de feldespato bajo la roca verde pizarrosa. A cierta distancia hacia el norte aparecieron, por encima de la segunda, una serie de rocas de feldespato, algunas descompuestas en una roca blanca desmenuzable, otras compactas. Estaban cubiertas por un estrato muy alto que parecía estar compuesto de roca verde pizarrosa separada por junturas verticales. Decimos que parecía porque no pudimos tocarla. Desde aquí hacia el norte perdimos la línea de unión donde se juntan la roca verde pizarrosa, las traquitas y la segunda formación superpuesta (II). Sólo podemos decir que encontramos siempre en el fondo del barranco rocas traquíticas o compuestas de las series porfídicas y que la misma formación constituía la serie más baja, el fondo del Tirajana, sobre el cual aparecen series o completamente basálticas o de un tipo similar, a la vez tirando hacia traquitas, mientras que la roca verde pizarrosa no se vuelve a ver.
Cuando dejamos atrás el poblado de Fataga y continuamos en dirección norte hacia el Tirajana parecía como si el valle fuera a terminar en un lugar sin salida, donde se originaría el cauce que desagua la zona. Las masas que bloquean ahí el barranco se yerguen a una altura de 3.000 pies sobre el nivel del mar, aproximadamente, mientras que ambos lados del barranco se elevan hasta los 5.000 pies, más o menos. Se componen de materia fragmentada proveniente de la formación traquítica inferior, sobre la que yacen. Forman una pequeña altiplanicie de perfil ondulado, que contiene una pequeña depresión, llamada La Laguna, que se llena de agua con la lluvia. Y el agua de lluvia fluye cauce abajo alimentando el riachuelo en el barranco de Fataga, mientras que sólo una pequeña porción encuentra su camino por arroyuelos tributarios hacia el riachuelo que fluye desde la Caldera de Tirajana y alcanza el mar un poco más al norte de Juan Grande. Este riachuelo se origina en el rincón noroeste de la Caldera, bajo un altozano llamado la Cruz de la Caldera de San Bartolomé, que separa la Caldera del valle adyacente, y ve truncado su curso inferior por considerables acumulaciones de materia fragmentaria, que rellenan parcialmente el fondo de la Caldera.
4) Webb y Berthelot describen una roca que se presenta en el barranco al este de la Caldera de San Nicolás y que encontraron en los escarpados acantilados que hay entre Las Palmas y Telde. La describen como “una eucrita laminar monolítica muy dura y a veces esquistosa, de una pasta gris oscura, casi verdosa”. Es muy probable que sea la misma, o al menos una variedad, de la misma roca verde pizarrosa o masiva que se encuentra en gran parte de la isla. En el fondo de la Caldera vimos de nuevo una toba traquítica muy semejante al cantoblanco, atravesada por un gran número de diques traquíticos.
A partir de estos hechos e hipótesis sacamos la conclusión de que la formación más baja de esta isla es claramente traquítica y que incluye series de roca verde muy singulares y características, muy a menudo esquistosas. Esta formación difiere, respecto a las distinciones por hacer en su mineralogía, estructura y composición, de las formaciones que han sido descritas en Madeira y en la parte superior de la Caldera de La Palma.
II. Cuando ascendemos desde el fondo de la Caldera hacia la cumbre vamos a dar claramente con más estratos traquíticos o claramente basálticos de lava pétrea entre los que se intercalan capas formadas por lavas escoriáceas o por tobas. Estas series originan escarpados precipicios que rodean la Caldera y desde cuya superficie más baja la formación traquítica inferior desciende en pendientes de 20º a 40º. Estas pendientes han sido fruncidas por cierto número de arroyos tributarios, dejando entre ellos rugosidades que a veces desaparecen bajo rocas salientes de la formación superior, que deben lucir como los laterales de un escenario de teatro cuando se las ve desde la perspectiva adecuada.
Resumiendo: la Caldera de Tirajana es un valle de erosión en forma de caldera, como la Caldera de La Palma y el valle de San Vicente en Madeira. No carece de una elevación similar a La Cumbrecita y La Encumeada. Se la denomina Cruz de la Caldera de San Bartolomé y forma una línea divisoria de cauces entre los dos valles adyacentes de unos 4.000 pies de altitud sobre el nivel del mar. Esta elevación ha sido despojada de 1.500 o 2.000 pies de las rocas superficiales por la simple circunstancia de que no podía permanecer en el estrecho paso que aquellos ofrecían.
La segunda formación (II) es visible en dirección norte hasta más allá del valle de Tejeda. Continúa también en dirección sudoeste hacia Mogán, pero por todas partes es de un carácter más claramente basáltico, hasta tal punto que von Buch dice que parece como si hubiéramos alcanzado una isla nueva basáltica. Su parte inferior se halla formada por una roca amigdaloide, de alrededor de 1.000 pies de altura y que está cubierta claramente por estratos de lavas pétreas basálticas. Creemos que no es improbable que estas rocas amigdaloides sean las mismas que ya hemos descrito en páginas anteriores como “pedra molhe”.
Esta formación cubre, según von Buch, más de cuatro millas en ambas direcciones y desaparece o acaba en Maspalomas, donde otra vez las rocas traquíticas aparecen en su lugar. Se halla arrinconada por la siguiente formación traquítica (III), que aparece en la cima de la Cumbre. Webb y Berthelot observaron lo mismo y llaman a estas rocas “las basanitas más antiguas”, para distinguirlas así de las últimas rocas basálticas que atravesaron las traquitas de la Cumbre cubriéndolas, en consecuencia. Dichos autores llaman a estas rocas “basanitas piroxénicas” y señalan que las encontraron en ciertos lugares perforadas (dürchdrüngen) por masas calcáreas cristalinas o amorfas hasta tal punto que la piedra caliza prevalecía sobre la basanita. Encontraron también zeolitas o “riñones de caliza”, que deben haber sido envueltos cuando la lava se hallaba en fusión. No lejos de la elevación observamos algunas rocas basálticas con cavidades rellenas de masas calcáreas (carbonato de cal) y no es improbable que pertenezcan a las mismas series descritas por Webb y Berthelot.
Sobre esta formación reposan claramente traquitas que se encuentran en la cima de la Cumbre, donde forman los estratos o sistemas de estratos superiores. Si ascendemos desde la elevación de la Cruz de la Caldera de San Bartolomé, pasando el Paso de la Plata topamos con una brecha compuesta de fragmentos semiredondeados, que se intercalan como una capa de cincuenta pies, más o menos, entre la formación II y las traquitas blancas de la Cumbre (III) a las que el paso debe su nombre. Se encuentra una brecha del mismo tipo en las paredes que circundan el valle de Tejeda y tanto von Buch como Webb y Berthelot mencionan una brecha similar que se halla hacia el suroeste, hacia donde primero la encontramos. Esta brecha muestra fragmentos de diferentes tamaños, desde unas pocas pulgadas hasta unos cuantos pies de diámetro, incrustados en una base lineal de tierra. Ya hemos mencionado que esta brecha puede deberse a una de esas acumulaciones de aluvión, tal como las que observamos en Madeira y allí principalmente en la costa norte, en el Arco de San Jorge, en Punta Delgada. Este aluvión en Gran Canaria es mucho más viejo probablemente y se ha ido transformando, quizá también por el peso de las masas superpuestas, en uno mucho más resistente de roca dura.
III. Las traquitas de la Cumbre son generalmente de un color blanco muy luminoso, a veces de esquistos y formadas por rocas muy descompuestas y desmenuzables muy blancas, o bien de una roca muy dura y más oscura. Tuvimos ocasión de observar cómo esas rocas habían perforado las formaciones más bajas en el centro de la isla. Vimos muchos grandes diques traquíticos en el altozano llamado Cruz de Tejeda, que constituye la línea divisoria entre los valles de Tejeda y San Mateo. Estos diques atraviesan la formación más baja avanzando –aunque a menudo de manera sinuosa y tortuosa- en dirección general de norte a sur.
IV. La última y más reciente formación está compuesta claramente de lavas basálticas y es muy semejante, por su estructura y composición, a las masas montañosas de Madeira. Se distinguen fácilmente diversas épocas. Algunas partes son muy viejas, mientras que otras parecen ser muy modernas. Las primeras forman un sistema como el que hemos descrito en Madeira y las segundas parecen ser de fecha tan reciente que a veces nos extrañaba que las erupciones pudieran haber ocurrido mucho tiempo antes de que los conquistadores atacaran esta isla. Estos basaltos aparecen en los flancos de la altiplanicie central, alcanzando en su descenso las costas este, nordeste y norte.
Von Buch comenta que la vertiente de la Caldera hacia Agüimes y Telde está formada por llanuras de suave pendiente, cubiertas por extensas cantidades de bloques sueltos, compuestos de basalto que contiene olivino. Tres barrancos atraviesan esas laderas y bajo los bloques se descubren estratos de lavas basálticas pedregosas, con vesículas alargadas de seis a diez pies de alto y siempre coriáceas en la superficie inferior. Yacen sobre una capa de escoria y ésta sobre la toba basáltica.
En el último de esos barrancos se encuentra Temisas, a una hora de camino de donde alcanzamos el borde oriental de la Caldera, por encima de Santa Lucía. La pared es casi perpendicular. La cima se compone de toba basáltica con grandes bloques basálticos, bajo los que aparece el basalto pedregoso, la escoria y la toba. Totalmente al fondo del barranco de Santa Lucía observamos un estrato muy alto de espléndidas columnas de basalto. No sabemos si este basalto se encuentra separado de los basaltos superiores por una serie de traquitas o bien si pertenece a la misma formación. En todo caso, sabemos que esos basaltos, que tuvimos ocasión de observar en las llanuras de suave pendiente cercanas a Agüimes, ascienden hasta alcanzar el borde de La Caldera.
Bajando desde la Cumbre hacia Tejeda encontramos diques basálticos que atravesaban la formación traquítica superior a una altitud de alrededor de 6.000 pies. Cerca del pico del Saucillo, formado por traquitas, se levanta una colina de forma cónica que parece estar formada por cenizas negras (a 3.000 pies de altitud, como mínimo) y al norte de la Cumbre, hacia Pozo de las Nieves, tropezamos con cenizas negras que cubrían las blancas traquitas de la Cumbre. Pertenecen a un cono aún más al norte, Montaña de las Arenas, que debe estar cercano a los 5.500 pies de altitud.
Tales son los primeros comienzos de esta formación basáltica más moderna, cuyo espesor agregado se va incrementando según nos alejamos de la altura más elevada de la isla. Este espesor es muy considerable en la vecindad de Teror, donde estas lavas forman un sistema de lavas pétreas escoriáceas que en algunos lugares tiene más de 1.000 pies de altura y se asemeja totalmente a la corteza de Madeira, tal como hemos explicado en las páginas precedentes. Dondequiera que alcancemos una sección suficientemente profunda observamos que las lavas traquíticas aparecen debajo de los basaltos. Se puede ver, por ejemplo, en el riachuelo más abajo de Teror, lugar que se levanta sobre las acumulaciones del suelo que deriva de la descomposición de escoria, que en Madeira se llama “salao”, y bajo el puente entre Teror y Tamaraceite que se halla más cercano al primer lugar que al segundo.
Hemos observado el mismo sistema de acumulaciones en los barrancos entre Ingenio y Agüimes, sobre la costa este. En la superficie superior de este sistema se levantan colinas de silueta perfectamente cónica, tan similares a las de la altiplanicie de San Martinho que no necesitamos dar más explicaciones. Si tuviéramos ocasión de examinarlas, como las del altiplano de San Martinho, difícilmente se me plantearía alguna duda acerca de que proporcionarían las mismas pruebas de que deben haber existido cráteres en sus cimas. Entre tales conos rebajados se encuentran otros con cráteres perfectos y coladas de lava, que hemos visto que se originan en las brechas de dichos cráteres. Son también de diferentes épocas.
A la más antigua pertenecen, por ejemplo, el cráter cónico y las lavas de Valleseco, lugar emplazado más arriba de Teror, que probablemente debe su nombre a la circunstancia de que la lluvia corre a través de lavas todavía muy porosas, que se hallan cubiertas hasta tal grado tal por suelo vegetal que ello permite que haya campos y viviendas. A la más moderna de las erupciones pertenecen los conos y lavas de la Cruz de la Gallina, entre Telde y Agüimes, y los de una mitad de la Isleta. Estas lavas son todavía tan duras que sólo contienen arbustos aislados -euforbios- o plantas de hojas carnosas, vegetación que es posterior a tales acumulaciones y a los líquenes, que son los primeros en cubrir las lavas.
El espesor agregado de este sistema más moderno es considerable, al menos entre las dos localidades cercanas a Agüimes- e Ingenio- y en las cercanías de Teror. Las coladas nunca se amontonan hasta una altura considerable y se presentan a menudo aisladas, ocupando antiguas depresiones ligadas a los cauces de antiguos ríos o a los valles, como es el caso, por ejemplo, de la Vega del Medio, por encima de San Mateo.
Pero no necesitamos ir tan lejos. En Tafira, a tres millas de distancia de Las Palmas, se encuentra una meseta formada por lavas columnares pétreas, que se hallan parcialmente descubiertas por la erosión ígnea allí donde contactan con el almendrado adyacente (conglomerado formado por guijarros redondeados). El interior del agradable cono de Bandama muestra que la parte inferior de sus paredes y del cráter está formada por rocas traquíticas a través de las cuales tienen que abrirse camino las erupciones basálticas. Resumiremos ahora las observaciones precedentes en pocas palabras.
1) Existía una formación inferior compuesta principalmente de rocas traquíticas, de las cuales una gran cantidad son roca verde pizarrosa. Se ha observado esta formación en casi todas las partes de la isla y forma –probablemente- la base sobre la que se han depositado las posteriores formaciones. Hasta tanto hemos sido capaces de seguirla, parece alcanzar su mayor altura en la Caldera de Tirajana o en las partes centrales de la isla, un poco más al norte de aquella.
2) La segunda formación, compuesta principalmente de rocas basálticas, pero que también contiene algunas lavas traquibasálticas, cubrió la primera y se depositó más hacia el oeste y sudoeste -basaltos de Mogán- y hacia el norte -valle de Tejeda- que hacia la costa este y nordeste, donde las formaciones traquíticas I y II se hallan separadas por una formación intercalada de menor altura, o quizá se hallan en contacto.
3) Debe haber habido una pausa antes del comienzo de la siguiente formación, en la que se depositaron las brechas semirredondeadas, o bien estas deben haberse amontonado en algunas partes mientras en otras la formación de lavas pétreas seguía su curso.
4) La tercera formación, compuesta claramente de rocas traquíticas, cubrió la anterior formación conjuntamente con las brechas volcánicas derivadas de ella. En esa época la isla debe haber sido algo menos extensa en dirección norte sur, y aún menos ancha en dirección oeste este.
5) La formación de las lavas basálticas más nuevas comenzó en los flancos este, nordeste y norte del altiplano central, no muy lejos de la parte baja de la cumbre e incrementó las dimensiones de isla, principalmente en la mencionada dirección, dándole una forma más redonda. Las lavas se depositaron por tanto en tales lugares, que la anterior (la formación III) había dejado libre comparativamente, y además se distribuyeron a lo largo de los flancos este, nordeste y norte, en función de las desiguales superficies con que se encontraron, tal como vemos por la diferencia en el espesor agregado.
6) La formación y acumulación del conglomerado compuesto de detritos de traquitas y roca verde continuó durante el tiempo en que se estaban produciendo las erupciones de la última formación basáltica, que se encuentran intercaladas en él o rellenando valles que ya habían sido tallados en ella.