Carta a Charles Bunbury, 1856
Febrero de 1856, Londres
Querido Bunbury: Estoy muy contento de escuchar un informe sobre el Hypnum fluitans. Hartung ha escrito al profesor Heer invitándolo a enviarme sus plantas fósiles de San Jorge, que puedo someter a tu inspección. He trabado relación con Mr. Wollaston, sobrino y representante del Dr. Wollaston, quien pasó varios años en Madeira, acampando en Deserta, en Porto Santo y en toda clase de las llamadas alturas inaccesibles de Madeira, plantando su tienda en la cumbre del Pico Ruivo, entre otros lugares.
He aprendido mucha conquiliología y entomología con él. La distribución de los escarabajos es maravillosa, cada isla y casi cada roque tiene los suyos propios. Muchos son peculiares de Madeira, varios cientos, y ápteros, aunque de géneros no carentes de alas en Europa y demás lugares, etc. Pregunta: ¿No se anticipa que las alas sólo pueden causar que sean aventados hacia el mar y ahogarse? Los tipos alados pueden datar de la época de la antigua Atlántida.
Respecto a casi todas las conchas comunes de Madeira con Europa, alrededor de una docena, puede probarse que han sido introducidas por el hombre y la fecha de su expansión desde Funchal es a menudo conocida. La Limeña truncatella llegó hace treinta años y se ha extendido por toda la isla. Recientemente un amigo de Wollaston recibió de Europa una flor en un jarrón y encontró cinco especies de Helices europeas vivas, enterradas en la tierra. Pero aunque las especies fósiles de Madeira y Porto Santo son setenta y cinco ninguna de ellas pertenece a cualquiera de estas modernas inmigrantes y de todas ellas sólo una británica, Helix lapicida, vive fuera de Madeira.
La evidencia de una conexión entre el grupo de islas atlánticas no es fuerte, a menos que fuera en una época muy remota, casi del Mioceno. Pero Wollaston piensa que sin ella difícilmente pueden explicarse los insectos, aunque no existiera unión con África. Cree que debe haber existido una tierra de paso que permitía a algunas especies de las Islas Canarias viajar a las Salvajes y Madeira, ya que la migración fue de sur a norte.
Espero presentarte a Wollaston cuando vengas la próxima vez a la ciudad. Posee fortuna propia y no tiene profesión, ha publicado sobre los coleópteros de Madeira un espléndido volumen en cuarto, que Hooker y yo hemos conseguido que adquiera el Ateneo, y harás bien en leer las notas introductorias.
Afectuosamente tuyo, Charles Lyell