Pájaros canarios
Los pájaros canarios no cuestan mucho más en Gran Canaria que en Inglaterra, pero esto no es algo sorprendente, ya que el trabajo es más barato y educar a un canario no es esa clase de ocupación que ofenda la dignidad de un español. La mayoría de la gente imagina que el canario es un pájaro que canta por naturaleza, pero no hay nada más lejos de la realidad. En estado salvaje, el sonido más melodioso que puede proferir un canario es un pío estridente, algo parecido al de nuestro común gorrión casero; e incluso la melodía con la que nos deleita cuando ya está educado no es un perfeccionamiento de la suya propia, sino una composición completamente nueva. Cuando los canarios salvajes son atrapados por primera vez, son puestos en jaulas cercanas a los pájaros ya entrenados, y una vez se han resignado a su encierro, pronto comienzan a intentar imitar a su educado compañero cautivo. Naturalmente, no aprenden a cantar enseguida. Al principio intentan unas pocas notas y luego prueban vuelos más altos. De hecho trabajan muy duro y es lastimoso ver cuán abatidos parecen con sus frecuentes tropiezos y fracasos. Repetidas veces vuelven a corregir un error y entonces, cuando finalmente han vencido la dificultad, cantan sin cesar llenos de una orgullosa alegría.
Me parece que este pájaro ha sido tristemente olvidado por los moralistas cristianos. La hormiga y la abeja han sido utilizadas con tanta frecuencia para subrayar una moraleja que la repetición ha llegado a ser monótona; además, estos insectos sólo trabajan con la intención de hacerse moradas confortables y almacenar comida para su propio deleite. En realidad, están actuando por egoísmo, mientras que el trabajo del canario es puramente desinteresado y, además, ¡qué magnífico ejemplo ofrece de moral y de perseverancia! Realmente, algún teólogo debe recoger el tema y hacer justicia a este pájaro.
Alfred Burton Ellis, West African Islands(1885)
Traducción de José Antonio Delgado Luis