Escuelas en La Palma
Teníamos muchas ganas de ver una escuela del Estado y nos costó mucho convencer a nuestros amigos para que nos llevaran a una. Después de recordárselo continuamente a todos, día tras día, y de molestarlos, sin duda, con nuestra insistencia, por fin hemos tenido éxito. En un cuarto relativamente pequeño encontramos a cincuenta muchachos, supervisados por un maestro. Este pedagogo recibe 1.500 pesetas, alrededor de sesenta libras, al año, además del presupuesto normal para artículos imprescindibles, equivalente a una cuarta parte de sus ingresos. Los globos terráqueos son ingleses, también algunas de las libretas, aunque otras son francesas. Nos enseñaron la caligrafía y el dibujo de los mejores alumnos. La primera era un poco angulosa, lo segundo muy bueno.
Nos costó mucho, muchísimo, convencer al maestro para que nos enseñase algo que no fuera lo mejor. A los muchachos se les enseña a leer y escribir, muy poca geografía y aritmética, y un poco de historia sagrada española. El horario escolar es de las nueve a las once y de las tres a las cinco. Los niños estaban muy limpios y bien vestidos, pero tengo la impresión de que el buen maestro había sido informado previamente sobre nuestra probable visita y que, por consiguiente, todo estaba absolutamente impecable. Hay tres escuelas públicas o primarias en La Ciudad, una para chicas y dos para chicos, y alrededor de ocho escuelas privadas, de las que tres son para chicas. A los habitantes de la ciudad les preocupa mucho la educación de sus hijos, pero a la gente del campo les resulta indiferente.
Olivia Stone, Tenerife y sus seis satélites (1887)
Traducción de Juan Amador Bedford