Nicolas Baudin
(Île de Ré, 1754 – Mauricio, 16/9/1803)
Baudin pasó la mayor parte de su vida en el mar. La Pepita, La Jardinière, La Belle Angélique y Le Géographe fueron durante muchos años su hogar.
La Pepita
José II, emperador de Austria, tenía mucho interés en enriquecer el jardín botánico de Schönbrunn. Baudin se ofreció para esta labor y en 1786 consiguió partir a bordo de La Pepita hacia los mares de la India y las costas de China. En diciembre de 1787 se incorporó al barco Franz Boos -botánico del emperador de Austria-, quien instruye concienzudamente a Baudin en las labores de herborización y conservación de especies animales y vegetales vivas. Regresaron a Trieste en junio de 1788 con 250 cajas de material en buen estado para el jardín imperial de Schönbrunn. Gracias a Boos y al éxito en La Pepita, Baudin no tardó en convertirse en comandante de viajes.
La Jardiniére
El emperador estaba tan satisfecho que en 1792 el gobierno austriaco le otorga a Baudin el mando de la fragata La Jardinière con el objetivo de completar las colecciones de plantas de los jardines de Schönbrunn. La casualidad hizo que el mismo día de abril de 1792 en que la Francia revolucionaria declaraba la guerra a la Austria imperial, Baudin se embarcara en un azaroso viaje. En España -su primera escala- Baudin se enteró de que Austria se había unido a los aliados contra Francia y de que Inglaterra y Francia habían pedido a las autoridades españolas su detención y la de su barco. Baudin fue encarcelado y gran parte de la tripulación le abandonó. Tras ser liberado, Baudin continuó el rumbo hacia el sur. En el Cabo de Buena Esperanza subió a bordo Georg Scholl, jardinero en Schönbrunn y asistente de Franz Boos. Los huracanes desviaron el barco hacia el norte y tuvieron que atracar en la colonia inglesa de Ceilán.
Baudin no sabía entonces que Francia estaba en guerra con Inglaterra y de nuevo, gran parte de la tripulación abandonó el barco. Descartó la idea de ir al lejano Oriente y puso rumbo al oeste: Golfo Pérsico, Mar Rojo y África Oriental. Durante el viaje, recogió esclavos en los puertos del este de África hasta que las tormentas lo condujeron a Table Bay, Cabo de Buena Esperanza. Como resultado de este fatídico viaje Baudin ganó no pocos enemigos; uno de ellos fue Scholl, quien había intentado alejarse de sus ocho años de exilio en el Cabo y pensó que Baudin había llevado el barco a Table Bay deliberadamente para vender esclavos.
La Jardinière terminó en las inmediaciones de la desembocadura del Orinoco (zona dominada por los corsarios franceses). Baudin comprendió allí que no podía volver a Francia sin pasar por los Estados Unidos y hacerse con un pasaporte válido. Eso hizo. Luego embarcó como simple pasajero en un navío americano rumbo a su país.
Una vez en Francia intentó reintegrarse a la marina francesa, pero sabía que no iba a ser fácil: al fin y al cabo había estado sirviendo a la bandera enemiga. Sin embargo, Baudin tenía el empeño personal de convertirse en el gran explorador de la República y decidió hacer uso de su faceta de viajero botánico. En diciembre de 1795 visitó al profesor Antoine-Laurent Jussieu en el Museum d’Histoire Naturelle de París y trató de impresionarle con algunos especímenes de la colección de la isla de Trinidad. Tuvo éxito. En unos seis meses, el profesor y su equipo convencieron al gobierno para recuperar la colección de Trinidad. Y así, en 1792 emprendió un productivo viaje junto a Antoine de Jussieu a las Antillas para recolectar plantas, aves e insectos.
La Belle-Angélique
El 30 de septiembre de 1796 La Belle-Angélique partió de Le Havre bajo las órdenes de Baudin. Le acompañaban cuatro naturalistas: el botánico André Pierre Ledru, el jardinero Anselme Riédlé, el zoólogo Pierre Maugé y el minerólogo Advenier. A ellos se unió el astrónomo Pierre F. Bernier.
Después de tres semanas en altamar quedaron envueltos en un viento huracanado contra el que Baudin luchó incansablemente hasta alcanzar el puerto de Tenerife. Fue el final de La Belle Angelique, pero no de la expedición. Pasaron más de cuatro meses en la isla, tiempo que aprovecharon para estudiar la naturaleza canaria de manera extensa y general. Finalmente, dejando a gran parte de la tripulación en Tenerife, Baudin puso rumbo a América a bordo de otra nao a la que rebautizó La Belle Angélique II. Sin embargo, las dificultades continuaron. Las autoridades británicas en Trinidad no le permitieron desembarcar para recuperar la colección que había dejado allí en su anterior viaje en La Jardinière, razón por la que Baudin decidió conducir la expedición a la colonia danesa de St. Thomas (islas Vírgenes). Mientras los científicos descubrían los tesoros naturales de aquella rica zona volcánica, Baudin consiguió una nao más amplia, rebautizándola La Belle Angélique III. Tras 10 semanas de estancia se trasladaron a San Juan de Puerto Rico y durante los nueve meses siguientes, Baudin se implicó tanto en la recogida de plantas y árboles que Ledru -admirado por el cambio de conducta de su capitán- escribió a Jussieu para explicarle la dura labor a la que Baudin estaba entregado.
Habiendo estudiado las costas brasileñas pusieron rumbo a Francia. El 28 de mayo de 1798 arribaron en el puerto de Fécamp con 200 cajas repletas de objetos de historia natural. Dos meses más tarde, este material fue expuesto en las calles de París con motivo del aniversario de la ejecución de Robespierre. La exposición suscitó un gran interés y Baudin consiguió por fin ser readmitido en la Marina francesa con el grado de capitán de navío.
Le Géographe y le Naturaliste
Baudin ya empezaba a pensar en su próxima expedición. Deseaba capitanear el primer viaje oficial de la República alrededor del mundo y para ello contaba con el pleno apoyo de Jussieu. Sin embargo, Francia estaba todavía en guerra y la financiación por parte del gobierno era improbable. Lo intentó de nuevo en 1800, dirigiéndose directamente al general Bonaparte. Nunca tuvo respuesta, pero tampoco se rindió. Se procuró el apoyo de los científicos para que la próxima expedición diera la vuelta al mundo. Jussieu, Fleurieu y Bougainville fueron tres de los hombres que formaron parte del grupo que ideó la expedición.
Finalmente, el general Bonaparte accede a financiar una expedición menos ambiciosa que la vuelta al mundo: explorar New Holland (actualmente Australia), la tierra de Van Diemen (actualmente Tasmania), Nueva Guinea y las zonas cercanas a estas costas. Charles-Pierre Claret de Fleurieu fue el elegido para preparar las instrucciones y el itinerario de viaje. Le llevó sólo un mes organizar un rígido plan de ruta que incluía el tiempo estimado para examinar los lugares de escala. Baudin estaba obligado a acatar estos planes y fue instruido por los expertos y por las sociedades de estudios en la clase de trabajo al que los científicos de a bordo tenían que dedicarse. Al menos, pudo escoger los barcos, cuyos nombres querían hacer ver a los ingleses que la expedición era estrictamente científica: Le Géographe, una corbeta de 30 cañones, y Le Naturaliste, una nave más fuerte y de mayor eslora, aunque menos manejable. La diferencia de velocidad entre los dos barcos provocó que en muchas ocasiones se separaran con mucha distancia de por medio y que uno tuviera que esperar por el otro. Un serio problema que cuestionó la reputación de Baudin como navegante.
Toda la tripulación fue seleccionada con sumo cuidado. El capitán J.F.E. Hamelin fue nombrado comandante de Le Naturaliste y Jacques Milius comandante segundo de Le Géographe. Baudin quería decidir sobre la cantidad de hombres a bordo, pero no se lo permitieron. De hecho el número de expertos dobló con creces la cantidad que Baudin proponía. Sólo pudo influir en la admisión de algunos de ellos (Bernier, Riédlé, Maugé). Se hacinaron en total 251 personas en los dos barcos, lo cual dio lugar a graves problemas. Entre la tripulación había 23 astrónomos, retratistas, geógrafos, minerólogos, botánicos, zoólogos, jardineros y farmacéuticos, entre ellos Bory de Saint Vincent, Louis de Freycenet, Jacques Milbert, Leschenault, Levillain, Mauger o François Péron. La expedición finalmente salió de Le Havre el 19 de octubre de 1800 hacia el continente australiano. Diez de estos expertos abandonaron al paso por isla Mauricio, alegando “mala salud”, entre ellos Bory y Milbert (marzo-abril 1801). Baudin no se apenó al perderlos de vista y reemplazó a dos de estos científicos por ilustradores de gran talento: Ch.A. Lesueur y N.M. Petit.
Después de siete meses de privaciones y enfermedad, el 27 de mayo de 1801 avistan Cabo Leeuwin en Australia. Los siguientes seis meses exploraron Van Diemen’s land (actual Tasmania) y las islas vecinas. Separadas por las inclemencias del tiempo y por las características náuticas de cada nao, Le Géographe y Le Naturaliste navegaron de manera independiente por la costa. Baudin navegó hasta Port Jackson (Sydney) donde la expedición al completo descansó durante cinco meses.
En diciembre de 1802, Baudin ordenó a Hamelin regresar a Francia en Le Naturaliste con la preciada carga de especímenes, dibujos y animales vivos. Hamelin parte de King Island rumbo a Francia y llega el 6 de junio de 1803. Baudin sin embargo continuó el viaje en Le Géographe acompañado de Freycinet, quien comandaba la Casuarina, goleta adquirida en Sidney por Baudin. Navegaron de nuevo por la costa oeste australiana y luego se dirigieron a Timor para seguir hasta isla Mauricio, en donde atracaron el 17 de julio de 1803. Baudin ya estaba entonces muy enfermo. Murió el 16 de septiembre de 1803 en Mauricio. El capitán Pierre B. Milius tomó el mando para retornar a Francia. Llegaron el 25 de marzo de 1804.
Los artistas oficiales de la expedición, Lesueur y Petit recopilaron una colección excepcional de dibujos y pinturas. Abandonaron el viaje en Mauricio. Petit murió de gangrena sólo seis meses después de regresar a Francia, mientras que Lesueur fallecía en 1846. Sólo 7 científicos sobrevivieron a toda la travesía. Uno de ellos fue François Péron, colaborador en la mayoría de las actividades científicas del viaje, incluyendo la anatomía, antropología, biología, botánica, zoología, metereólogía, oceanografía e higiene naval.
Esta expedición se reveló como uno de los viajes científicos más importantes de todos los tiempos: a su regreso se contaron decenas de miles de especímenes de plantas desconocidas hasta el momento, 2500 ejemplares de minerales, notas, observaciones, mapas, 1500 bocetos y pinturas, etc. Este material fue de enorme utilidad para los naturalistas y los etnógrafos interesados en Australia y Tasmania. Pero también las disputas, malentendidos, deserciones y los índices de mortalidad hicieron de ella una expedición maldita. Baudin significó en muchos sentidos la culminación de medio siglo de viajes de exploración ingleses y franceses, cuyos predecesores más célebres habían sido Bougainville y Cook.