Los vientos y la vida
A lo que respondemos que los insectos deben ser raros, al igual que los pájaros, en islas situadas, como ya hemos dicho, en condiciones de extrema aridez, y donde la vegetación, sembrada sobre basaltos y tobas, vuelve la vida casi imposible. Otra causa, que afecta especialmente a los insectos, es la fuerza de los vientos alisios, que barren todas las islas y sobre todo las islas bajas de Lanzarote y Fuerteventura, donde ni siquiera los árboles pueden crecer sin el abrigo de un muro. Por este motivo jamás se ha podido mantener abejas en ambas islas, hecho notable mencionado por Glas. Faltan en especial los lepidópteros y en los que nacen es muy común verles las alas desgarradas por el viento tan pronto como eclosionan.
Otra plaga igualmente destructora de la vida animal y vegetal ejerce de vez en cuando sus estragos en Canarias; se trata del viento africano, el simún del desierto, que reina a veces durante varios días seguidos. Es notorio que siempre se deja sentir primero en las regiones altas, donde su calor y sequedad hienden incluso grandes árboles.
En Lanzarote nos dimos cuenta, después de una fuerte ráfaga de viento del sudoeste, que las moscas que hasta entonces nos habían atormentado desaparecieron de repente, muertas por la singular potencia destructiva de este viento tan seco y abrumador, más bien que por su calor, que en esos días era de 35º o 36º centígrados a la sombra.
La región de los bosques tampoco es rica en insectos y probablemente por una causa muy distinta: la excesiva y continua humedad, alimentada por las nubes que flotan sobre la zona superior de los vientos alisios detenidas por la altura de las islas montañosas.
Philip Barker Webb y Sabin Berthelot, Historia natural de las Islas Canarias, II, 2, Zoología (1844)
Traducción de Sergio Toledo Prats